Ha sido el libro de mi navidad. Era la primera novela que leía de esta autora surcoreana, Premio Nobel de Literatura. Dividida en tres partes, en cada una de ellas un personaje, el marido, el cuñado y la hermana, nos muestra a la protagonista, Yeonhye, de la manera que cada uno la percibe y en esa descripción los lectores vamos conociendo no solo a la protagonista sino también a cada uno de ellos, cómo son y cómo se relacionan con ella.
Es desgarradora hasta las entrañas. Me quedé impactada cuando la acabé. Adónde acudir. Con quién hablar. El sufrimiento que ofrece la intolerancia humana es inmenso. Su crueldad es infinita y a todos nos atañe en cualquier momento de nuestras vidas ser víctimas o mostrar nuestra resistencia contra la violencia de esta intolerancia que se ejercita cuando se quieren romper las más estrictas normas de una sociedad patriarcal y ultracapitalista.
Tuve que irme al mar. Era el primer día del año y lo que más añoraba era el mar. Contemplar su línea perfecta en el horizonte y no dejar de mirarla. De la playa de Macenas llegué a Sopalmo y bajé a la rambla. La Rambla de la Granatilla o de Sopalmo es encantadora. Su paisaje salvaje y llena de rocas volcánicas te sumergen en un cuento de hadas verdadero. Algarrobos y adelfas por las orillas del cauce, cortes en las laderas con tierras de colores, cabras montesas brincando entre los riscos escarpados hasta sus cimas desde donde observan el movimiento humano de mi caminar.
Al fondo el mar, tranquilo, limpio, una cala pequeña, acogedora, me lavo las manos y me tumbo en la arena seca. Vuelvo antes de que oscurezca y en el camino se cruza un gato negro de derecha a izquierda. Me pregunto qué significará esto y Google me contesta: si es de derecha a izquierda, la buena suerte está en camino.
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