Vale. Reunión doble a puerta cerrada del presidente del Gobierno con su equipo económico. Salida digamos que “precipitada” y, naturalmente silenciosa, de Rajoy. Salida más tranquila de De Guindos y ¿a qué no se imaginan los que pide? Pues nada menos que calma y mucha tranquilidad. Lo siento ministro, pero no va a ser fácil. Y no lo va a ser porque en Europa y en España están como la vieja canción infantil de Antón Pirulero, cada cual atendiendo a su juego sin darse cuenta -creo- que este juego o lo ganamos todos o todos lo perdemos.
Por partes. Los periódicos han teñido todas sus páginas de color salmón y salvo cuatro patochadas de independentistas y demás bildus, la vida es economía, prima de riesgo, ajuste, impuestos, créditos y... rescate, esa palabra maldita ahora para este Gobierno del PP como lo fue la palabra “crisis” para el de Zapatero. Y acompañando estas horas trágicas, haciendo patria una oposición que practica las enseñanzas de las catilinarias: “No es el momento de criticar a este gobierno que lo está haciendo rematadamente mal, no vamos a ser tan insolidarios como ellos pese a que cada día se equivocan más y peor...” O sea, echando una manita.
En el plano supranacional tiene razón el FMI cuando insinúa que sería bueno que Europa hablara con una sola voz y lanzara menos mensajes contradictorios. Y en el plano nacional tienen razón -creo que la tenemos- los que creemos que las reformas de Rajoy en estos cinco meses han sido importantes pero faltan las fundamentales: redimensionar la administración ya, lo cual nunca se hará porque les da pánico a todos tocar las autonomías, y aclarar de una puñetera vez -no dando una pista hoy y otra pasado mañana- las condiciones del préstamo de los cien mil millones a las entidades financieras que creíamos que iba a ser el maná salvador y resultó ser la peste negra.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/28645/anton-pirulero