No sé si usted habrá escuchado esas historias, a mitad de camino entre el apocalipsis orwelliano y las tertulias de sobremesa macrobiótica, acerca de esas granjas avícolas que dan de comer a las gallinas un pienso fabricado parcialmente con los excrementos de las propias aves.
Esa asquerosa metáfora de deglutir la propia miseria fue la primera idea que se me vino a la cabeza al conocer la noticia de la llegada de una productora de TV al pueblo gaditano de Barbate (5.000 parados entre 23.000 vecinos) con la intención de grabar allí un "reallity show" con los desempleados locales. La serie, según ha informado Isla Producciones en un comunicado, contará con la participación de actores profesionales "que trabajarán mano a mano con los habitantes más talentosos del pueblo para lograr un programa de televisión de gran calidad". Para ello, ha montado un casting con la intención de "descubrir el talento natural y lleno de simpatía, humor e ilusión de los barbateños deseosos de empezar una nueva etapa." Es un giro más de la espiral de despropósitos en la que hemos acabado convirtiendo a la televisión: la miseria como espectáculo. Hemos pasado del "siente un pobre a su mesa" (qué diferencia, sin duda, entre el gran Berlanga de "Plácido" y esta productora buitrera) a convertir la angustia de las familias sin trabajo en espectáculo televisivo. Para culminar el despropósito, ya sólo falta que el programa de marras lo compre y emita Canal Sur, ese carísimo heraldo de modernidad y progreso, para que andaluces, andaluzas y andaluzos disfruten en casa de los avances de ese modelo que se dice "imparable" o "de lujo".
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