Antoni Serra Ramoneda fue durante más de veinte años presidente de Caixa Cataluña. Nada más coherente que poner al frente de una entidad financiera a un catedrático, y, tratándose de una entidad catalana, a uno de esos patricios, procedentes de las familias de empresarios textiles que hicieron grande a Barcelona desde el siglo XIX.
Que elseñor Serra Ramoneda sepa mucho de Economía no significa que fuera un buen gestor, porque Caixa Cataluña ha tenido que recibir una ayuda de 3.000 millones de euros, procedentes, no de los bolsillos de losburgueses barceloneses, sino de trabajadores, empleados de la limpieza e incluso un señor de Bilbao, porque el dinero público procede de los impuestos de todos los ciudadanos. En Caixa Cataluña ha sucedido que, mientras los ciudadanos de toda clase y condición ayudábamos con nuestros impuestos a reflotarla, sin que nadie nos pidiera permiso, algunos directivos, en un año, cobraron cantidades que oscilaban entre los 866.000 euros y los 1.500.000 euros, para recompensar que los gestores llevaran la institución a la ruina.
Cuando se cobraban esos sueldos, parece que ya no era presidente el señor Serra Ramoneda, pero si lo mencionamos es porque se ha apresurado a salir para decir que los sueldos eran legales. ¡Naturalmente! Si fueran una estafa habría que detenerlos a todos. Más aún, si el consejo de administración de Caixa Cataluña hubiera acordado remunerar a su presidente ejecutivo con diez millones de euros anuales seguiría siendo completamente legal. Pero aquí la legalidad no se discute. Aquí de lo que se habla es de la conducta grosera, incívica y deleznable, de una pandilla de patricios que, amparándose en su apellido y su currículo, le sacan el dinero del bolsillo a los ciudadanos, y arruinan lo que gobiernan, mientras ellos cada día son más ricos. Legalmente ricos, claro. Pero con unafalta de ética tan elemental que produce náuseas.
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