La mano derecha de Dios

No parece sino que los españoles han sido tan malos que el Señor no puede esperarse y les castiga horriblemente aquí y ahora. Los peores deben haber sido los enfermos, los jubilados, los estudiantes, los ahorradores de Bankia y los trabajadores, especialmente los mineros. A la mano ejecutora de ese alto designio, el Gobierno, no le tiembla el pulso, y si le temblara, ahí están "los mercados" y los prestamistas para sostenerselo.

Los españoles han debido ser muy malos para merecer las sevicias del actual gobierno, que pone tanto énfasis en la detención del electricista calixtino como ninguno en la averiguación de los pormenores del saqueo de las cajas de ahorro. Dichas sevicias, que se resumen en una, la de la abolición de los derechos sociales tan dura y fatigosamente conquistados, no alcanzan, ciertamente, a los que han sido buenos, los especuladores, los explotadores, los políticos ineptos, los corruptos, los jetas, los parásitos, los comisionistas de guante blanco y los chupasangres en cualquiera de las modalidades que conocemos, pero sí que alcanzan, y de lleno, a esos compatriotas que se mueren diez años antes que los demás: los mineros. No sé si al Sumo Hacedor le importa que sean "rojos", pero, desde luego, andan todo el día por los aledaños del Infierno, en las entrañas de la tierra. 

¿Cómo no sentarles la mano derecha, mediante la supresión de las ayudas a la minería, que, por lo demás, son dos perras gordas comparado con lo que costaron los aeropuertos sin aviones?   Dioses, como se sabe, hay muchos, y acaso entre ellos haya algunos que amen y reverencien a los mineros honrados y valientes, a los dolientes de los hospitales, a los ancianos exhaustos, a los jóvenes que se andan instruyendo para el futuro, y a los que ahorraron peseta a peseta. Pero éste cuya mano derecha lleva cubierta con el guante del Gobierno de Rajoy, no es de esos.