Deudas que no prescriben

Deudas que no prescriben

José María Pérez Tudela
22:47 • 22 jul. 2012

Nunca será condonada la que tengo con el conocido y respetado doctor Julio Nuevo Lara. Desde hace siete años vivo …  “Vivo sin vivir en mí” Curó mis dolencias físicas y, tal vez inspirado por el Espíritu Santo, aquello que martirizaba mi mente. Junto al mismo Lina Hernández, guapa y activa; su marido, Rogelio y su única hija, guapa e inteligente, son como  una Sagrada Familia. Os quiero mucho.


Otro factor de gran importancia es mi médica, Purificación Arqueros, que frena mis ímpetus y alivia mi alma herida por el tremendo y escandaloso mundo en que nos ha tocado vivir. España ha sido vilmente engañada por el poco o mínimo conocimiento de un embustero y sus amigos del alma. Me preocupa la trágica situación que envuelve a gran parte del mundo y, en estos momentos, Siria, donde los que no tienen ni una partícula de corazón matan y mueren. ¡Malditos sean!


Juan Alonso Vargas es hombre de cuerpo entero y está en la Seguridad Social atendiendo de forma estupenda. El doctor Gámez -que no Gómez- al que aprecio mucho, también es uno de mis acreedores.




Pilar Pérez es la flor del entendimiento; quiere, en su hermoso desvario, que todo los que son y los que no somos poetas formemos un racimo de fresas en sazón. No recuerdo quien dijo: “solo los pájaros y los niños saben del sabor de las cerezas”- Karmen Romero es flor de Alejandría; Carmen Alcalde siempre está en mi corazón; Paquita Ristori, ¡cuanto tiempo sin tu bella presencia y poética voz! Dolores Agüero, muchas veces ocupas mi mente y corazón. Carlos Hernández, factor de valía, infatigable cuando hay un acto al que prestar tu voz y buen hacer. Francisco García Águila, de cuatro meses, es la razón suprema de sus padres y la mía; María José Torrente Soler, ojos negros como el fondo de una mina,  -¡Pobres y queridos mineros!- joven,  su voz tiene un sonido de Strauss, de los románticos el que más contribuyó a la popularización de la música sinfónica.


Oigo algunas voces -nunca jamás la de mi querida Mercedes Soler- de cuya presencia gocé hace poco tiempo. Que grato es verla mover  sus manos con elegancia inusitada mientras sus ojos hablan un lenguaje extraño y hermoso.




Verán: En tiempos muy remotos hubo un hombre que, una y otra vez,  le decía a Jesús -perdonen las y los remilgados:  “Creo que no hay una cruz más pesada que la mía” Entonces el Sumo Hacedor lo llevó a un lugar repleto de millones de cruces y le dijo: “Pruébate las que quieras” Al cabo de bastante tiempo llegó con una y dijo: “esta es la menos pesada” “Hijo mío, esa es la tuya” Éste quedó satisfecho. Y es que ante Él se estrellan los talentos.


Anoche, al cabo de mucho tiempo escuché la voz melodiosa de Mari-Luz Segovia y mi viejo corazón saltó de alegría, de tal manera que he aquí un fragmento de la bella: “Aunque espera en el postrero gran regalo de la vida, en la vida que da Dios… no lo acepta convencida”




Decía Jean de la Fontaine: “Que ningún camino de flores conduce a la Gloria. 


Palabras textuales del obispo de Almería criticando “el acoso inmoral de los mercados” Yo le diría: “Lánzate a tu gestión evangélica y deja las cosas terrenales” es decir, ayudar a tantos y tantos enfermos. Sin catequizar. No. “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad” Puede que en esta ocasión su intención sea buena pero “el gato escaldado del agua fr


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