Los alcaldes no pueden ni verlos, ni olerlos y menos soportarlos. Llevan años buscando la forma y manera de cortarles las alas. A los técnicos más o menos los tienen controlados, pero a los cuerpos nacionales les costaba más trabajo. Cierto es que algunos con prebendas y carteras abultadas, pasaban por lo que querían los políticos de turno, pero cuando te tocaba uno que lo que buscaba era la legalidad, te podía amargar. Y son muchos los alcaldes que puedan dar fe de ello. El problema estriba en que el político quiere jugar siempre en el filo de la espada, y pasar de un lado al otro con la firma del secretario, del interventor y del técnico cuando sea oportuno y necesario. Lo habían conseguido, se jubilaba un cuerpo nacional y no se sacaba la plaza a concurso, se ponía a un “paniaguao” en el cargo y a vivir el alcalde que son cuatro días. El “paniaguao” firma todo lo que el jefe le pone delante, y ancha es la manga del señor alcalde. Luis Rogelio está así, tiene por secretario un “paniaguao”, como interventor, otro “paniaguao”. Ha sido el ministro de hacienda, el duro Montoro, el que nos está subiendo el Iva, el Irpf, la gasolina, el butano, etc., el que ha dicho que eso no puede seguir así. Que los cuerpos nacionales de secretarios e interventores tienen que volver a controlar a los alcaldes, que ya está bien de que estos hagan de su capa un sayo y tiren el dinero de los contribuyentes con demasiada alegría. Sólo hace falta que a los políticos se les haga responsables con duras penas, al Acebuche, si siguen con la práctica de los “paniaguos” para seguir manejando a su antojo la vida y el dinero los ciudadanos.
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