Después de los hospitales y los colegios, ahora vamos con la dependencia. Mañana será otra cosa. El PSOE almeriense está pillándole el paso a la danza de la lluvia de tal modo que a su secretario general, José Luis Sánchez Teruel, se le está poniendo cara de calendario maya de tanto anunciar el fin de los tiempos. Pero por mucho que se quiera insistir en situar el debate en tiempo verbal de futuro imperfecto, no podemos olvidar el pretérito atroz que nos condujo a esta situación. Por lo tanto, que los socialistas abominen del actual escenario de necesaria reconfiguración de modelos de gasto e inversión resulta tan delirante como ver al delegado de González Byass llamando a la puerta de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados afeándoles que hayan dejado de consumir sus apreciables soleras. Pero es que hay cosas que, por poco que gusten, se hacen porque no hay más remedio. Así se entiende que a pesar de la tremenda caída del PP en intención de voto que refleja la última encuesta del CIS, el PSOE no consiga remontar ni un punto. Del mismo modo que nadie siente aprecio por el dentista que te está sacando las muelas, nadie puede olvidarse de quien durante años te ha estado dando chucherías y te ha dejado los piños en estado de putrefacción mientras te decía que tu sonrisa era encantadora y la envidia de todo el mundo. Tanto hablar de la memoria y tanto reivindicar la activación de los recuerdos a largo plazo conlleva, necesariamente, que la gente también haga memoria en corto y no olvide las cosas que se hicieron y que, sobre todo, piense en las que no se hicieron cuando los que ahora se quejan eran los que decidían.
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