El cambio de criterio del Gobierno en relación con la política a seguir con la organización terrorista ETA está provocando una fuerte polémica en nuestra sociedad. Polémica que recogen y reflejan de muy distinto modo los medios de comunicación. El discurso más contundente procede de las organizaciones de víctimas del terrorismo y con ellas las de no pocos ciudadanos, muchos de ellos votantes del PP, que no aciertan a comprender que quienes tanto criticaron a Zapatero con el llamado "proceso", actúen como si hubieran heredado aquella hoja de ruta. Hay otras voces, las mismas que aplaudieron los contactos del Gobierno socialista con el exilio dorado de la banda, que al apoyar sin reservas la excarcelación del etarra Bolinaga están dando una pista inequívoca acerca de cuál es su criterio.
Por último y, quizás sea lo más llamativo, está el sector de quienes antaño se desgañitaron en manifestaciones, acusando a Zapatero de "traicionar a los muertos", y, hoy, bien por vivir de la política y estar en los aledaños del Gobierno Rajoy, bien por haber recibido alguna encomienda en los medios de comunicación afines o por estar a la espera de la pedrea en lo que resta por nombrar, ahora critican con dureza al mismo Jaime Mayor Oreja a quien hasta hace dos días le hacían la ola. En toda esta historia, en la que el "caso Bolinaga" lleva camino de alcanzar la misma cota de ignominia de cuando fue excarcelado De Juana Chaos, a mi modo de ver, lo único que merece respeto y por lo tanto lo único que habría que situar al margen es el dolor de las víctimas. El resto, por desolador, invita a la melancolía; a la añoranza de otro país y de otros dirigentes políticos.
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