La ilustrada e irónica retranca de Enrique Tierno Galván le obligó a salir con aquella frase paradójica en los preliminares de la transición: los programas electorales están para no cumplirse. Una boutade como otra cualquiera. Al trabajador en paro que está sufriendo hoy necesidad, que no le vengan con frasecitas. Si votó al PP fue por la promesa de que no subiría los impuestos y porque, según Rajoy, la principal preocupación de su partido sería el empleo.
Al subir la derecha al poder la máxima preocupación es salvar los bancos y favorecer al capital. El PSOE habla un lenguaje de izquierdas pero apenas tiene credibilidad porque, recién abandonada La Moncloa, por mucho que se diga, sus expectativas no crecen. Quien, a mi juicio, lo tiene mejor ahora es Izquierda Unida. Con un despido casi libre, con un IVA que hará subir el precio de los alimentos, con un programa de austeridad sin crecimiento y con enorme deuda que no pagarán desde luego quienes han traido la crisis, los trabajadores miran a su alrededor y se identifican con los partidos o movimientos que todavía no han cambiado su mensaje. No digo que no lo mudarán en el futuro, pero de momento suena bien. Vean lo que dice Valderas: "Los presupuestos de 2013, aunque sean más cortos, deben dar respuestas más solidarias”, "Que ningún andaluz se quede sin cenar", "IU tiene la triple condición de lucha, gobierno y presencia en las instituciones para impulsar una politica de carácter alternativo”.
En ese carácter alternativo anida la pequeña esperanza de la clase media baja y obrera. Claro que no será fácil. Se levantarán todas las trompetas y Jericó del conservadurismo y no digo nada de la prensa adicta. Sin embargo la historia dirá.
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