El pasado día 9 de julio, en un curso de verano de la Universidad Complutense, Cristóbal Montoro pronunció una frase que todo manual de conducta política clasifica como prohibida para cualquier ministro de Hacienda. “Si el IVA lo pagaran más quienes lo tienen que pagar, no habría que subirlo tanto”, dijo, ni corto ni perezoso, el locuaz máximo responsable de la recaudación pública española. Manda huevos, que diría su compañero Trillo, como muchos no pagan, pues os lo subo a los que pagáis, vino a decir. Increíble.
Ayer entraron el vigor los nuevos tipos impositivos. El tipo general, que grava la mayoría de los productos, sube tres puntos. Pero hay algunos productos y servicios (por ejemplo, enterrar a un muerto, cortarse el pelo o ver al Real Madrid o al Barcelona por la tele) que sufren una subida de 13 puntos, al pasar el gravamen del 8 al 21 %. La subida supone para cada familia española entre 450 y 500 euros al año.
Calcula la Asociación Española de Asesores Fiscales y Gestores Tributarios que si el IVA y demás impuestos “lo pagaran más quienes lo tienen que pagar” –sigamos utilizando la lapidaria frase del ministro- el erario público español recaudaría en torno a 72.000 millones de euros más. No es moco de pavo: es una cifra cuatro veces superior a la inversión en educación. Rajoy dice que es difícil acabar con la economía sumergida: suena a resignación, desgana o tolerancia. Pues que sepa Rajoy, si es que no lo sabe, que sí lo sabe, que subirle el IVA a los que lo pagan para compensar la falta de ingreso de los que no lo pagan a lo único que conduce es a que cada vez sean más los que respondan con un “¡Sin IVA!” al profesional de turno que suelta esa clásica pregunta que tanto nos suena: “¿Y esto lo quiere usted con IVA o sin IVA?”.
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