Rajoy se hunde en las encuestas, pero Rubalcaba no emerge. El Partido Socialista atraviesa por un momento complicado, gramsciano. Lo viejo se resiste a desaparecer y lo nuevo no acaba de nacer. Su situación política actual es sorprendente. Apenas hay precedentes de tan espectacular mengua de respaldo por parte de los ciudadanos a un partido de la oposición al tiempo que el Gobierno suspende.
Los mismos estudios que reflejan un desgaste brutal del partido del Gobierno constatan el estancamiento del PSOE e incluso la merma en aceptación popular. La suerte del índice de popularidad (a la baja) de su actual líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, corre paralela al estancamiento de un partido que, no lo olvidemos, gobernó en España durante veinte de los treinta años que llevamos de democracia: trece con Felipe González y siete con Rodríguez Zapatero. Ya digo, Rajoy se hunde en las encuestas -el cambiazo que le ha dado al programa electoral con el que se presentó a las elecciones le está pasando factura- pero Rubalcaba no despega. Si con un Gobierno desnortado que no acierta con las recetas para salir del agujero financiero y de la recesión y con el país en trance de rescate económico la oposición no cuenta o cuenta poco, ¿qué tiene que pasar para que los ciudadanos vuelvan a confiar en el PSOE? ¿Qué es lo que impide que la gente perciba al partido como una alternativa real capaz de ofrecer otra respuesta a la crisis que no sean recortes, recortes y más recortes? Una respuesta a esta pregunta es lo que parece que buscan varios centenares de militantes socialistas de base, que han colgado un manifiesto en la Red pidiendo un cambio de política en el PSOE. De política y, a juzgar por la carga de profundidad que apareja su reflexión, también un cambio de liderazgo. Veremos en qué queda la cosa aunque, para nadie es un secreto que la política no suele dar segundas oportunidades.
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