¡Qué puñetera es la política! Durante cerca de una hora el presidente del Gobierno se cansó de repetir en TVE que todavía no había decidido si va a solicitar a Bruselas el rescate o colchón crediticio para frenar el ahogo de los intereses de nuestra elefantiásica deuda y, sin embargo, tras escucharle, la mayoría de los observadores políticos coinciden en que habrá rescate.
Que es solo cuestión de fechas y que para entender la renuencia a decirlo habría que buscar una respuesta en la cercanía de la cita electoral gallega. ¿Por qué? Pues porque desde los tiempos y triunfos de Fraga Galicia es feudo tradicional de los populares, solar político primigenio de Rajoy y comunidad en la que el PP, para conservar el poder, tendría que revalidar la mayoría absoluta, objetivo al que las condiciones que aparejará el rescate, como ya ocurrió en el caso de Andalucía, podrían dejar a Núñez Feijóo, el candidato de los populares, con la miel en los labios. Con una frustración añadida: la de saber que si, al final, les faltaran uno o dos escaños para alcanzar la mayoría no sería tanto un repudio a su política al frente de la Xunta sino más bien un castigo a la reforma laboral, los recortes de salario y las subidas del IVA y el IRPF decretadas por el Gobierno. Por las razones expuestas y otras de naturaleza sentimental, para Rajoy es muy importante cuanto sucede en su tierra natal. En resumen, siendo verdad que estaría a la espera de conocer la evolución de los mercados tras el anuncio de que el BCE comprará deuda, tengo para mí que Rajoy ya sabe que no hay otra salida que pedir el rescate para poder aflojar el dogal de los intereses de la deuda. Lo que ocurre es que una cosa es lo que sabe Rajoy y otra son las dudas de Mariano. Lo dejó escrito el clásico: el carácter es el destino.
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