Leía hace unos días una denuncia de Izquierda Unida de El Ejido que aparqué en aquel momento para intentar entenderla. Manifestaba Iu que los jóvenes ejidenses se marchan del pueblo por falta de ocio y de posibilidades culturales. Esto, según Iu, no ocurría en los años noventa. Podemos llegar a la conclusión de que el nivel cultural de la juventud ejidense es tan alto, que tienen que abandonar su pueblo al no encontrar en él la posibilidad de llenar esa ansia de cultura. ¿Y a dónde van? No creo que a la capital. El panorama es tan triste como el del resto de la provincia. El comentario de Iu tiene en sí mismo una parte muy positiva: “El alto nivel cultural que presenta la juventud”. En unos tiempos en que no hemos sido muy exigentes con nuestros estudiantes, más bien demasiados permisivos, el que una juventud se haya forjado y formado por sí misma, tiene un gran valor. Y es para sentirse muy orgullosos por ello. No entro en la cuestión del ocio, pues los jóvenes han demostrado a lo largo de los siglos capacidad para buscar diversión sin que nadie se la haya tenido que procurar. Más bien al contrario. He consultado con algún amigo dedicado a la educación y no me ha sabido dar una explicación satisfactoria. Es posible, me indican, que ese abandono sea puntual, pero eso ocurre en todos los pueblos. Si quieres ver y vivir en directo el Museo del Prado tienes que abandonar tu ciudad y viajar a Madrid. Si a eso se le llama abandonar el pueblo. La historia nos ha demostrado que los pueblos se abandonan, fundamentalmente, por falta de trabajo. Y a nadie se le escapa que la crisis también llegó a El Ejido.
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