Pensiones amenazadas

Después que Rajoy mandara a freír espárragos su programa electoral y en el penoso trance de que la realidad le enseñara lo que tenía que hacer, cogió la  podadera y comenzó con los recortes, un ejercicio cruel que nos tiene a todos desalentados. Ahora bien,  menos mal, había algo que se salvaba de la quema, eran  las pensiones,  peñón entrañable con cactus y palmeras en mitad del Pacífico. 

Qué verdad es que en política no hay nada definitivo. En principio dijeron que se subían un uno por cierto para hacer frente al IPC. Luego jugaron con las revalorizaciones  para salvaguardar el poder adquisitivo de los mayores. Hoy nadie da un duro por la verdad de esta promesa gubernamental. La determinación ha sido trasladada hasta después de las elecciones gallegas  tal como se supone que ha hecho la ministra de Sanidad respecto a la cartera de prestaciones. Aquí entra en acción un personaje desconocido, es Tomás del Burgo, secretario de Estado. Este señor ha encontrado una salida, eufemística cuando menos, para  solventar la cuestión. Dice que  esperemos  a noviembre a ver si la revalorización la asume el sistema. Los presupuestos dan que pensar puesto que no hablan de actualización de pensiones. Una paga extra de 290 euros no se compadece muy bien con la sistémica escasez de fondos del año entrante. Así que tenemos otro problema a la vista entre el copago, la inflación, el IVA y la subida de los precios. Claro que Rajoy tiene una fórmula para escapar de todo tropiezo financiero:  es la realidad que se le aparece cada noche como nuestra  señora de las siete espadas de dolor  diciéndole lo que tiene que hacer  aunque tenga que retractarse públicamente de lo  que dijo antes. Por todo lo cual , a los viejos  les queda jugar a la petanca y tomarse una cerveza los sábados, solo los sábados en el bar de la esquina,  la pensión no da para mucho más.