Debe ser complicado hacer de portavoz de un partido en la medida en que no siempre hay una opinión unánime entre sus componentes. Además, aquí cabe la personalidad de cada cual. No todos los portavoces son iguales. Unos son moderados; otros incisivos, hirientes en demasía, mal educados. A los largo de la historia parlamentaria de este país disponemos de un compendio de frases que los españoles recuerdan como ejemplo de ingenio y a la vez de elegancia y buen gusto. Esto no abunda.
En nuestra vida política no es infrecuente el tono navajero de ciertos portavoces. En algunas agrupaciones hay quien alardea de tener entre sus filas a un pitbull de esos que cuando muerden se quedan con el pedazo. Luego sus correligionarios lo disimulan diciendo que no están de acuerdo con la forma pero sí con el fondo. Ayer, todos los amantes de las palabras nos levantamos conmovidos con el ya famoso “pijo ácrata” de nuestro diputado Rafael Hernando en contestación a unas frases del juez Pedraz. No voy a entrar ni quiero en el fondo del asunto. Veo que la cuestión anda muy controvertida entre un montón de opinadores de uno y otro signo. Me atendré por el momento a la forma. Decía Ramírez Heredia en tiempos del primer gobierno socialista que ellos disponían de dos tipos de mensajes. Si se trataba de aparentar moderación citaban a Felipe González. Si por el contrario tenían que morder y hacer sangre entonces soltaban al Guerra. En el PP parece que han imitado la estrategia: este hombre de Guadalajara lo trajeron a Almería pero va ascendiendo en la medida que utiliza la lengua como una cuchilla. No es solo el “pijo ácrata” sino el relleno de adjetivos categóricos que le acompañan. A la postre el juez no ha hecho otra cosa que servirse de una constatación de la sociedad. Sabemos por varias encuestas que los políticos son nuestro tercer problema después del paro y el terrorismo.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/33067/la-agresion-verbal