Dice el Partido Popular que las protestas sociales que se suceden en España debilitan la “marca” España, que las manifestaciones y las pancartas no están bien vistas fuera de nuestro país y que esas alharacas nos hacen más débiles frente a los mercados. Pero, ¿en qué quedamos? Si para el Gobierno de Rajoy, que una mayoría silenciosa no salga a la calle es la constatación de que los ciudadanos comprenden y aplauden las reformas y medidas que está llevando a cabo, no parece que ahora se entienda que esa “minoría” pueda estar ocasionando daño alguno. Lo que ocurre, sin embargo, es que a pesar de que el Gobierno quiera minimizar el descontento que existe, el vaso de la desesperación de los ciudadanos se ha desbordado de tal manera que difícilmente se puede tapar una mentira con otra mentira. Llueve sobre mojado y Rajoy lo sabe.
La debilidad de este país no hay que buscarla fuera de nuestras fronteras. Está aquí mismo, entre los miles, millones de ciudadanos que sufren directamente los efectos de una crisis que se ha recrudecido durante los diez meses en los que el Ejecutivo de Rajoy ha minado la capacidad de reacción económica y, por consiguiente, la posibilidad de crear empleo. La austeridad a ultranza, además de ser un suicidio económico es un castigo social que nos lleva a un empobrecimiento masivo. Los socialistas llevamos mucho tiempo advirtiendo al gobierno de que su política de austeridad iba a llevar a España a un círculo vicioso, de más paro, más recesión y más déficit.
Y eso es justo lo que está pasando. El Partido Popular está empeñado en decidir cuándo los ciudadanos deben protestar y cuándo no. Con el anterior gobierno socialista, todas y cada una de las manifestaciones no sólo “estaban justificadas” sino que eran respaldadas por los dirigentes populares.
Esa era la estrategia dentro del país. Fuera, el ex presidente Aznar hacía lo que no ha hecho ningún gobernante y atizaba todo lo que podía al Gobierno, sembrando la incertidumbre sobre la solvencia de España entre los aplausos de los suyos. Y eso, ¿debilitaba o no debilitaba la marca España?
En una intervención pública en enero de 2011, cuando la prima de riesgo rondaba los 200 puntos básicos- muy lejos de dónde se encuentra ahora - Aznar llegó a decir "el Gobierno no está ejerciendo un programa electoral. No está ejerciendo aquel programa con el que se presentó y para el que pidió confianza. Tampoco está ejerciendo una convicción. Está cumpliendo unas obligaciones que les están imponiendo desde fuera, y eso se llama tener un país intervenido de hecho". Ya ven, Aznar ejerció de Nostradamus para acertar de lleno en la profecía que se habría de cumplir un año y medio más tarde con Rajoy de presidente.
Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran que la economía española será la segunda con peor evolución del mundo el próximo año, sólo por detrás de Grecia. La política errática de recortes y de fuertes subidas de impuestos ha acabado de un plumazo con las previsiones de crecimiento que hace unos días ofrecía el propio Gobierno en la presentación de los Presupuestos Generales del Estado. El Fondo, además, calcula que el PIB bajará el 1,3%, casi el triple de lo que dice el Gobierno.
No hay mayor ciego que el que no quiere ver, esta es la realidad. Y en esta situación, es más que evidente que Rajoy debería de entender de una vez por todas que las políticas de austeridad
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