Señales

Señales

Juan Manuel Gil
23:01 • 30 oct. 2012

Estamos saliendo de la crisis. Ya sabes que no lo digo yo. Lo afirma nuestra ministrísima Fátima Báñez. Ella, que es de córnea fina y fibrosa, ve señales esperanzadoras donde otros vemos una mancha de humedad con forma de entidad divina. Las ve con nitidez. Sale del sueño, deja caer suavemente sus párpados y lo vislumbra todo. Lo tiene claro-clarinete. No se trata de un optimismo vacío. Es el relato de la realidad circundante. La Realidad con mayúscula inicial. Gorda y oronda. La suya. Pero también la tuya y la mía. La nuestra. Y ojo ahí, porque no estamos hablando de cualquier enunciado: “estamos saliendo de la crisis”. Repítelo en voz alta y sujétate los dientes. ¿Cómo suena? ¿Raro? ¿Se te ha puesto cara de gilipollas? A ver, no te ofusques. Lo que pasa es que nosotros no sabemos mirar la realidad circundante de esa manera. No estamos acostumbrados a muscular nuestra córnea del mismo modo que ella lo hace. Es como dar cera y pulir cera, pero con los ojos. Si los trabajamos a diario y de esa forma específica nos pasará exactamente lo mismo que a nuestra ministra de Empleo. Es decir, que donde ahora sólo vemos más de cinco millones y medio de desempleados, conseguiremos vislumbrar una señal esperanzadora, una luz inmaculada al final de un camino oscuro. Voy más allá con lo milagroso del asunto. Que cuando contemplemos sobrecogidos las imágenes de familias desahuciadas por cajas y bancos, podamos advertir en sus gritos la salida de esta emponzoñada crisis financiera. Y que nada más leer los testimonios desesperados de quienes se quedan sin el apoyo de la Ley de dependencia, o de esas personas que tienen que recurrir a un banco de alimentos para salir adelante, seamos capaces de atisbar en su sufrimiento y rabia un horizonte azul, tenso y humano. Entonces, y sólo entonces, lo podremos decir tal y como lo afirma ella. Estamos saliendo de la crisis, no es un optimismo vacío y es el relato de la realidad. Uno, dos y tres. Crisis, optimismo y realidad. Ahora bien, mientras no ejercitemos la musculatura de la córnea, el iris y la pupila no estaremos en situación de ver las evidentes mejorías. Y se nos seguirá poniendo cara de gilipollas cada vez que el ministro de turno tenga tan poco apego a la calle que se atreva a decir una barbaridad como la que nos ha regalado Fátima Báñez. 







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