Detrás del documento de los Presupuestos, de cualquier presupuesto, ya sea el de un ayuntamiento, del gobierno central o del autonómico, los ciudadanos deben de saber que existe la pulsión, el espíritu de quién los elabora para decidir que es prioritario y que no; qué políticas se desarrollarán y cuáles se reducirán o desaparecerán por completo. Esto último lo hemos podido comprobar estas semanas atrás al analizar los Presupuestos Generales del Estado que ha elaborado el Gobierno de Rajoy. En esos Presupuestos, las partidas destinadas a fomentar el empleo o los servicios sociales han vuelto a caer en picado, en una suerte de huida hacia delante en la que se deja por el camino a millones de personas.
Los ciudadanos deben de ser conscientes, aunque parezca una obviedad, que su dinero, el de todos, está presente en los presupuestos a través de los impuestos que pagamos y que, en mayor o menor medida, esas aportaciones a la caja común nos son devueltas en forma de servicios. A partir de ahí, como decía al principio, entra en juego la ideología, el espíritu o la impronta que cada gobierno le quiera dar a unas políticas en beneficio de otras. Y ahí es donde en estos días estamos viendo con absoluta claridad que frente al gobierno inhumano del Partido Popular, el gobierno andaluz se muestra sensible a la situación por la que están pasando muchas familias, procurando dar seguridad y estabilidad a las personas que se encuentran desamparadas y en riesgo de exclusión social. El Presupuesto andaluz se ocupa, en primer lugar, de lo urgente: el empleo y la lucha contra la desigualdad, y garantiza el futuro de nuestra región y el de todos los ciudadanos mediante el reforzamiento de las políticas educativas y el apoyo a los sectores productivos para generar crecimiento económico. Las cuentas de Andalucía se sitúan entre la crisis y la ciudadanía para protegerla, garantizar sus derechos y libertades, porque están elaboradas desde los principios que inspiran al socialismo: la Igualdad, la justicia social y la solidaridad.
Andalucía hace un esfuerzo descomunal para superar la asfixia financiera que supone la política de recortes y austeridad a ultranza del PP. Cumple la ley, pero su principal preocupación es la ciudadanía, no el déficit. En este sentido, Andalucía presenta un presupuesto de alternativas, un Presupuesto que demuestra que las cosas se pueden hacer de otra forma y que desmiente el pensamiento único de la derecha. Demostramos que hay otra vía para salir de la crisis y marcamos el camino con el empleo como prioridad, concentrando todos los esfuerzos en políticas que permitan crear puestos de trabajo. Esta es la prioridad absoluta del Gobierno de Pepe Griñán, que destina 370,5 millones para combatir el desempleo de forma inmediata mediante un Plan de choque; el fomento del empleo agrario; la puesta en marcha de un Plan Extraordinario de Acción social; un Plan de rehabilitación de viviendas y un Plan de movilidad. Es decir, los Presupuestos de la Junta van en la dirección contraria a los Presupuestos de Rajoy que recortan un 34,6% las políticas activas de empleo y niegan a Andalucía un plan de Empleo que sí le conceden a Extremadura o Canarias. Pero si de algo estamos especialmente orgullosos es del mantenimiento y refuerzo de los Servicios Públicos universales para luchar contra la pobreza y la desigualdad, fortaleciendo la red de servicios públicos, sin cerrar ni privatizar ninguno.
Todo lo contrario, creando nuevos planes para atender las necesidades sociales. Esta es la gran diferencia y el ejemplo que ofrece no sólo a España sino al resto de Europa un gobierno como el andaluz, dispuesto a ser un referent
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