La ciencia y la crisis

Hoy no podemos excusarnos con el quijotesco y unamuniano inventen ellos. Sabemos que para estar en primera línea de desarrollo y pisar fuerte entre las naciones modernas hay que impulsar el I+D+i. La crisis está haciendo estragos en nuestros investigadores. Raras veces se les ha visto protestar en la calle quizá por aquello de ser poco propensos profesionalmente a los estados emocionales. Pero muy mal deben ir las cosas. Ha venido por aquí estos días el físico británico Peter Higgs, formulador de la existencia del bosón que lleva su nombre. Lo primero que destaca este más que probable Premio Nobel es “el abandono terrible” de la ciencia en España. Viene de largo, claro está. Recuerden las risas de Fernando VII al visitar un museo de la ciencia y ver que allí había un aparato para pesar el aire. ¡Pero es que el aire se pesa! le dijo entre carcajadas al asistente. Esta ignorancia coronada se prolonga por toda nuestra ilustración. Recordemos también que el Filósofo Rancio, gran valladar contra nuestra nonnata modernidad, fue tenido aquí como figura superior a Hegel. ¿De dónde procede este solapado recelo contra la ciencia en este país. No sería muy difícil de adivinar. Dice Higgs que rechaza el concepto de “partícula de Dios” que se ha acuñado para referirse a su hallazgo, y la razón que da es que “crea confusión entre teología y ciencia, dos conceptos muy distintos”. Y tan distintos. Cuántas veces aquí habremos confundido la ciencia con las cosas del cielo. Y cómo a su vez con las cosas del cielo no habremos confundido la política de por aquí abajo. Nuestras guerras religioso-económicas y fronterizas son un ejemplo inagotable. Hoy afortunadamente se va disipando el “solapado recelo” pero no hay dinero para investigar. Con lo cual estamos  vaciando todo lo aprendido en otras países  menos rácanos  para el  laboratorio. Mientras un futbolista gane tanto y un  físico nuclear  tan poco,  aquí no se acabarán  las manifestaciones.