Demasiadas muertes

Se han necesitado cuatro muertes para que el Ayuntamiento de Madrid clausure por inseguros varios recintos municipales destinados a actos multitudinarios, y tres para que el Gobierno del PP acuerde con el principal partido de la oposición un tímido plan para aminorar la sangría de los desahucios bancarios. 

Diríase que la vida humana retorna a valer muy poco en España. El incalificable comportamiento de la corporación regida por Ana Botella en la tragedia del Madrid Arena, ha desvelado en toda su crudeza el desprecio de las instituciones políticas por los ciudadanos. Ese dejar hacer a los "empresarios de la noche" afectos se corresponde con la carta blanca a los bancos para expulsar de sus hogares a quienes sufren con particular virulencia los zarpazos de la llamada "crisis económica". A qué punto no se habrá llegado en ese entreguismo de la casta política a la económica y financiera que lo que se implora para evitar más suicidios es la dación en pago, cuando esto, aunque algo menos demencial, supone igualmente un atentado inaceptable contra los más vulnerables, el de arrojar a las familias a la calle, ancianos, enfermos y niños incluidos. Se han necesitado cuatro muertes para que el Ayuntamiento de Ana Botella caiga en la cuenta de su incuria, y tres muertes igualmente espantosas para que se amague un "stop" a los allanamientos con visos de legalidad, aunque si finalmente se ha hecho ha sido por la presión de los jueces, horrorizados por su propio papel en la comisión de los hechos. Demasiadas muertes. Demasiada violencia contra un pueblo pacífico que empieza a sacudirse, porque observa escandalizado que le va en ello la propia vida, la resignación.