El acuerdo entre el Partido Popular y el PSOE, y de todo el resto de partidos del arco parlamentario para poner fin a los desahucios por parte de las entidades financieras era algo demandado desde multitud de instancias, absolutamente necesario para evitar una situación injusta e inmoral, incluso absurda, por la aplicación judicial de una legislación hipotecaria anacrónica, obsoleta y sin sentido social, en un país como la España del siglo XXI.
Llega tarde, a costa de penurias sin fin para centenares de miles de familias, y algunos suicidios que podrían haberse evitado, pero llega. Ahora bien, será importante el alcance de la reforma en la nueva legislación y los avances a incorporar en relación con la existente.
Puntualizaremos: Cuando una entidad financiera concede un préstamo hipotecario, debería ser exclusivamente con la garantía del bien hipotecado. Para ello se realiza una tasación previa del bien inmueble sobre el que se concede el préstamo, y nunca sobre todos los restantes bienes, presentes y futuros del deudor, ya que eso trasciende el objeto del préstamo, y lo que hipoteca es en realidad la propia existencia del que firma la hipoteca. Supuestamente, la tasación garantiza a la entidad prestataria que con dicho bien, se responde, por exceso siempre del importe de la hipoteca.
Por otra parte la reforma de la legislación deberá concretar como se deberá proceder con las subastas. La figura de los subasteros sigue siendo hoy en día un oprobio social digno de las novelas de Dickens. Los subasteros son parásitos sociales, que en muchas ocasiones – en la práctica casi siempre - con la complicidad de otros mejor informados, adquieren a precio de saldo los bienes que son objeto de las subastas.
El resto sigue siendo deuda viva que los deudores acumulan a su situación crediticia con los bancos, añadiéndoles intereses, y costas judiciales.
Como resultado una situación en la que el deudor se ve privado de su vivienda, aunque solo le quede una pequeña parte por cancelar, y su deuda multiplicada y transformada en una Espada de Damocles sobre su vida futura, ya que se verá obligado a cancelarla si no quiere entrar en exclusión social financiera de por vida, incluyendo a sus herederos.
Por todo ello sería muy importante fijar un “suelo y un techo” en la futura Ley Hipotecaria. Un suelo por debajo del cual no podría adjudicarse el bien subastado, y un “techo” por encima del cual no debería responder nunca el deudor. Eso sin duda, sería lo justo y razonable.
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