Ciudadanos, ni héroes ni villanos

Antonio Alvarez
22:58 • 18 nov. 2012

Hoy puede ser un gran día, me lo plantearé así. Ojeo rápidamente la prensa y no acudo a la cicuta como la mayoría de las mañanas cuando uno encuentra sopor descorazonamiento, avería y redención en las noticias. Hoy el mundo despierta con Obama de nuevo en la Casa Blanca. Entre lo malo y lo menos malo, pues lo último gana, por talante, talento y porque vaya (es una subjetiva apreciación): mola más un negro amigo del Boss, los Wilco o Aretha Franklin que un mormón acomodado del profundo y salvaje Oeste a golpe de Colt 45 metafórico en política, y mira que lo siento por Clint Eastwood el último cineasta con mirada clásica (como lo definió Martin Scorsese) que apoyó a los republicanos aun siendo libertario (según confiesa) y al que admiro desde sus Spaghetti Western hasta sus Cartas de Iwo Jima. El sueño americano del “We Can”se desinfló en el primer mandato, pero con Barack creo que aún pueden levantar sus alas los Estados Unidos, por el bien propio, y porque sus migajas repercutirán en la bonanza europea y global espero.


Abro los ojos,  y el Tribunal Constitucional de nuestra España abre la puerta, las ventanas y la mente al matrimonio homosexual por ocho votos a favor y tres en contra. Algo que indica, cuando magistrados de talante conservador han votado a favor, que nuestra sociedad ha cambiado mas de lo que nos creemos con lo cual (algo siempre demandando), la Ley y su interpretación en este caso, solo son espejo fiel de lo que es una realidad demandada: Principios jurídicos prevaleciendo sobre la moral privada religiosa.


En su casa cada uno lo que quiera, en la calle, en la sociedad, derechos y deberes a todos por igual, o así debiera ser. Las sentencias de esta última instancia no siempre son al gusto de todos, pero su acatamiento, es el de las reglas del juego: y le gusten o no a una parte de la sociedad, son el principio de una buena amistad entre contrarios. Sin reglas solo hay páramo, ostias y caos.




Me vuelvo a frotar los ojos, y leo que Joaquín Sabina ha cedido a la campaña política del partido catalán Ciutadans la letra que hace años escribió para este himno nacional español (la marcha de Granaderos del siglo XVIII, nada que ver con Paco “El ranas” Franco) cojo de verso a ambos lados de la frontera ideológica, y que tan bien nos define como pueblo: somos de los pocos países que no tenemos en el himno una letra unificadora, y no es sino una metáfora de nuestra historia y proceder. (La de Pemán no es válida por franquista, y el himno de Riego, regó otros cantares por mucho que se empeñen en reivindicar la tricolor nostálgicos de otros momentos históricos). 


Creo que la letra de Sabina (que adjunto) no tiene desperdicio, es un canto al ciudadano, valor revolucionario afrancesado, y democrático que está por encima de banderas, terruño, y lenguas. Un canto a los derechos (y deberes) que deben regir la sociedad: libertad, igualdad y fraternidad, aún vigentes en el ansia de la razón humana:




 


“Ciudadanos, ni héroes ni villanos, 




hijos del ayer, hay tanto por hacer. 


Ciudadanos, tan fieramente humanos, 


tan paisanos del hermano de Babel. 


Alta montaña con puerto de mar, 


clave de sol España. Atrévete a soñar. 


Ciudadanos, en guerra por la paz 


y la diosa razón mano en el corazón. 


Ciudadanos, ni súbditos ni amos, 


ni resignación ni carne de cañón. 


Pan amasado con fe y dignidad 


no hay nada más sagrado que la libertad”.


 


El artista


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