Recuento y aniversario

Hace un año las clases medias de este país tuvieron una ilusión, como dice  la letra de la canción. A su rebufo, Rajoy alcanzaba La Moncloa con una mayoría aplastante. El adjetivo no está de más porque previamente habían “aplastado” a Zapatero poniéndole como no digan dueñas. 

Al año de aquellos destrozos con la aquiescencia de los poderes fácticos hemos aprendido dos cosas. Una, que Zapatero no vio venir la crisis. Dos, que Rajoy tampoco vio la solución  por más que la  tuviese clara meses antes. En principio creyeron que todo se arreglaría con la demolición y retirada del cadáver del presidente del Gobierno anterior. 

Sin embargo, hoy están asombrados de la profundidad del mal. La velocidad de la historia nos hace pensar que ha pasado un milenio. Primera reflexión: el programa electoral se fue al garete. Una de dos: o el programa estaba pensado para arreglar este país  o solo era un amaño de trileros para hacerse con el poder y después ya veríamos. 

Lo vieron, sí. Al poco tiempo descubren la realidad y esta les notifica  que lo más ineludible de este país es salvar a los bancos, con predilección para Bankia. Comienzan las reformas, se dan grandes bocados a la educación pública, a la investigación, mordeduras a la dependencia, tijeretazos a la sanidad, el país se llena de manifestantes airados. Crece el descontento social. Con tanto manifestante  el país se convierte por horas en la Corte de  los Milagros. Ha pasado solo un año. Es verdad que Rajoy heredó un déficit público pero no ha resuelto los problemas de comunicación con los partidos mayoritarios de la oposición.