Se muestra convencido de que las tierras de Oria, en donde se encuentran sus viñedos de El Chirral poseen unas extraordinarias condiciones ambientales y climatológicas para el cultivo de las uvas destinadas a la elaboración de vino. Su dedicación a esta actividad le viene de antaño, de sus abuelos y antepasados. Pedro Antonio García Gil no ha querido que esa tradición tan propia desapareciera con el paso del tiempo, por lo que a pesar de compartirla con otras actividades profesionales lleva más de una década entregado a la bodega, una acogedora instalación que habita e la Rambla de Oria, en la que el abnegado bodeguero hace cuanto puede por mejorar sus vinos, por lograr una mayor calidad de los mismos y por cuidar las esencias de sus uvas, una tarea que, precisa con insistencia, realiza con procedimientos ecológicos.
En los últimos años, la bodega García Gil ha cosechado diferentes premios en concursos del Almanzora y de Los Vélez con sus distintas variedades, pero, sobre todo, en tintos y blancos. Recientemente, un nuevo galardón se ha sumado a esta trayectoria de distinciones, con la obtención del segundo premio del Primer Concurso de Vinos Tintos de Almería. Un certamen al que han concurrido más de quince bodegas de la provincia que previamente habían seleccionado uno de sus vinos para concursar. Ha sido el Selección 2010 de Bodegas García Gil el vino afortunado que ha recibido los parabienes y elogios del jurado clasificador, integrado por una treintena de representantes de diferentes sectores. Tal galardón ha recaído en un vino procedente de uva Garnacha, Merlot y Sirah, con catorce meses de maceración en barrica de robles francés, americano y húngaro, producto de una cuidada tarea de selección. El resultado es una excelente bebida dotada de cuerpo ajustado y de aromas suaves. En los últimos tres años de la década vitivinícola de Bodegas García Gil, su impulsor y creador se ha centrado en la experimentación orientada a la búsqueda de los mejores productos, de los vinos con mayores cualidades, y en esa fase piensa mantenerse hasta conseguir el objetivo último: mejor calidad e incremento de la producción. No es de extrañar, por lo tanto, que la bodega, “que es pequeña”, haya trabajado en los últimos tiempos con distintos enólogos. Pero el gran mérito de esta empresa familiar es la constancia y el tesón puestos por sus gestores para lograr el fin último, el de poder ofrecer un buen vino. Dice su gerente, Pedro Antonio García, que para ello no hay secreto, sino contar con buenas calidades de uva y saber elegir el momento y las condiciones de elaboración, pero sobre todo aportar mucho mimo y cariño, los que este joven bodeguero entrega a sus queridos vinos.
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