Feliz navidad. Ya está aquí el tiempo del amor y la paz por aspersión. Inventen chimeneas hogareñas y repongan las botellas de anís religiosamente. Que los contadores de la luz giren con el brío de los villancicos y del parpadeo epiléptico de las luces. Defiendan la navidad, coño. Que es una vez cada doce meses. Tampoco van a dejarse la vida en ello, que se quejan de vicio. Les hago una advertencia, eso sí: no les va a resultar tan fácil cómo imaginan. Hay algunos contratiempos. Nada insalvable, como es lógico, pero tenemos que prepararnos cuidadosamente. Deberán estar muy atentos a lo que viene a continuación.
Les hablarán de bancos de alimentos, de gente pasando hambre, de muchísima desesperación. Pero están exagerando. No hace falta que yo lo diga. Se les ve en los ojos. Están deseando contaminar nuestro ánimo con ese asunto de los desahucios, de la privatización de la sanidad pública y de los recortes en educación. Abandonemos ya la demagogia barata, señoritingos. ¿Es que ni siquiera vamos a respetar la navidad? Esta gente es golpista por naturaleza. (Esto lo he escuchado por ahí). Es más, os invitarán a hacer huelga en defensa de vuestros derechos, a protestar en nombre de las injusticias sociales, a exigir la dimisión de políticos de dudosa reputación o a gritar a los cuatros vientos esa manida cantinela de que a los bancos sí los rescatan pero a los ciudadanos no. Menudo discurso. ¿Aún no han descubierto que la realidad es algo más compleja que todas esas proclamas? Ustedes, cuando sean abordados, tienen que intentar que se queden con alguna de estas cuatro ideas básicas: 1) Qué rápido izamos la bandera de los derechos y qué bien doblamos y guardamos la de los deberes. 2) Señores, ¿huelga? Que ustedes al menos tienen trabajo. ¿Lo han olvidado? 3) Con qué energía demandan la dimisión de quienes nos guían ahora y qué calladitos estaban cuando gobernaba el de la ceja. Eso es jugar sucio. 4) ¿Salvar los bancos? ¿Pero ustedes saben cómo funciona el sistema financiero? Nosotros somos ese sistema financiero. Si los bancos caen, queridos amigos, nos convierten en una plasta viscosa. Más vale que se mantengan erguidos durante muchísimo tiempo.
En fin. Más o menos en esa línea. Con estas cuatro ideas –muy de andar por casa, por cierto-, quizá puedan evitar que les amarguen la navidad. Con las cuatro ideas, y con lo de antes: chimeneas, luces de navidad, villancicos y anís. Sobre todo anís.
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