“Obreros parados...Obreros parados por todas partes...Algunos se han lanzado a pedir limosna por las calles...Se los ve en las bocas del Metro y en la verja del Ministerio de la Guerra...Se los ve extender la mano tímidamente, avergonzados de encontrarse en esa situación....Pero donde el paro es más dramático, donde adquiere proporciones gigantescas, es, sin duda alguna, en el Puente de Vallecas...La población del Puente de Vallecas creció desmesuradamente a favor del florecimiento de la industria constructora...Se multiplicaron hace algunos años sus habitantes y sus viviendas...Ha llegado el crac de la construcción y el barrio se ha quedado arruinado y deshecho, con millares de familias en la más espantosa de las miserias...”. El relato de la noticia no puede ser más elocuente y bien podía describir el aciago panorama callejero de cualquier barrio de nuestras ciudades de hoy, de ayer o de mañana. Sin embargo, la crónica, de rabiosa actualidad, no corresponde a ningún medio actual. Fue publicada en noviembre de 1934 en “la Voz” bajo el titulo “Treinta mil hombres sin trabajo..El angustioso problema del paro en Madrid”. Hace unos días, mientras hurgaba en la hemeroteca tropecé con tan vivo texto periodístico de la entrañable Josefina Carabias, quien supo reflejar en sus excelentes trabajos la realidad del momento en que vivía por medio de sus brillantes entrevistas, de sus acertados artículos y de sus amenos reportajes que retrataban con gran precisión cómo era la vida de los años treinta en nuestro país, sumida en una grave crisis económica. Tras recoger las duras vivencias de algunos parados de entonces, la aguda profesional recaba el testimonio del concejal madrileño Manuel Muiño, quien, a su vez, había trabajado como embaldosador y quien argumenta la razón de la crisis del sector en el desarrollo de una gran industria constructora ·sin ningún capital, pero en cuanto hubo muchas casas y los pisos dejaron de alquilarse bien, esta industria, montada solo a favor de las circunstancias propicias, pero sin ninguna base sólida, comenzó a venirse abajo”. No satisfecha con esta respuesta, Josefina Carabias inquiere el edil por los remedios dispuestos por el consistorio madrileño, a lo que el munícipe responde que el Ayuntamiento destina anualmente una considerable cantidad de dinero que se da como subvención a las sociedades obreras y sostiene los comedores de Asistencia Social, en los que se raparten todos los días mil quinientas a dos mil raciones para alos obreros sin trabajo y sus familias. Asímismo, el entrevistado facilita información sobre el alquiler social de casas baratas de titularidad municipal. El trabajo de “La Voz” concluye con unas declaraciones de Daniel Rius, a la sazón director general de Trabajo, quien afirma que “la mejor manera de ayudar a parado es darle trabajo. Con el socorro se resuelve poco”.Al margen de las connotaciones propias del contexto histórico y social en el que se realiza el trabajo periodístico, éste deja traslucir un desafortunado paralelismo con nuestra realidad, fruto, tal vez, del carácter cíclico de los tiempos.
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