Siete días trepidantes. Un discurso importante pero insuficiente

Siete días trepidantes. Un discurso importante pero insuficiente

Fernando Jáuregui
22:59 • 19 ene. 2013

Quien haya escuchado atentamente, como yo lo hice, el discurso de Mariano Rajoy ante los alcaldes y concejales del PP este sábado, habrá sacado la conclusión de que, al menos, el presidente no omitió una referencia, aunque indirecta, al tema que angustia estos días a todos en el partido gobernante y no solamente en él: los presuntos ´sobres´ con dinero negro que el ex tesorero Bárcenas entregó, dicen, a altos cargos del partido. Me constan la honorabilidad y el sentido común de Rajoy, y lo demostró no yéndose (demasiado) por las ramas; pero pienso que, este sábado histórico, en su por otra parte importante discurso en Almería, no dio la talla que de él podría haberse esperado. 


Rajoy no habló explícitamente ni de sobres -lo despachó con un sarcástico "si, hombre*" cuando le preguntaron al respecto--, ni de dinero, ni de tesoreros, ni de Bárcenas, pero se le entendió todo: dijo a los cargos municipales que "tenemos que ser ejemplares" y que solamente se puede pedir sacrificios a los españoles "si ven que nuestras conductas están fuera de toda sospecha". Está bien; haber omitido cualquier referencia a una cuestión que ha acaparado los titulares en los últimos tres días hubiese sido casi impensable, y el presidente, al menos, dio unos muletazos. Pero, a mi modo de ver, es insuficiente.


Insuficiente porque Rajoy lo dejó todo en manos de los tribunales, sin aludir para nada a una investigación interna en el Partido Popular. Insuficiente porque, para él, bastan los testimonios de los tres últimos secretarios generales ante la prensa, negando conocer irregularidad alguna, sin aventurarse en mayores indagaciones. Insuficiente porque no respondió a preguntas de los periodistas, sino que se limitó a pronunciar un discurso ante un auditorio que venía con el aplauso preparado en el bolsillo. Insuficiente porque no habló de medidas concretas para castigar posibles abusos y para prevenir eventuales corrupciones y corruptelas futuras. 




¿Seguro que no hay nombres sonoros sobre los que recae la duda acerca de su comportamiento? ¿Seguro que, habiendo dicho, como Rajoy dijo y como sin duda es lo cierto, que la inmensa mayoría de los políticos son honrados y que los tribunales investiguen a los que no lo sean, se ha dado carpetazo a este asunto? A mí no me caben dudas de que las investigaciones periodísticas no se van a quedar apenas en una denuncia genérica que hace recaer presumibles culpas sobre la totalidad de los dirigentes del partido: eso sería casi tan grave, porque arroja lodo sobre las cabezas de muchos inocentes, como lo sería haber renunciado a publicar lo que se ha publicado conociendo la existencia de tantas irregularidades. 


Así, me parece que Rajoy perdió una oportunidad de adelantarse a lo que ha de venir. Si el presidente pensó que se puede hacer lo mismo que hizo el Rey, con su "me equivoqué, no volverá a ocurrir" tras aquel accidente de caza ya famoso, y que, como ocurrió con el jefe del Estado, todo iba a pararse ahí, cometió un error. Aquí faltan aún muchas explicaciones. ¿Se darán?




Y, en otro orden de cosas, me pareció también bien, pero igualmente insuficiente, que, en la segunda parte de su discurso, pronunciado en uno de los días más difíciles de todo el año de gobierno del PP, y ante los cargos que conforman el sustrato del PP, hablase de lo "ineludible" que resulta un gran acuerdo en lo territorial con otras fuerzas políticas nacionales (o sea, el PSOE). Pero no remató la faena: ¿en qué consistiría ese gran acuerdo, cuándo invitará a Rubalcaba a suscribirlo? Ya digo: el camino trazado parece correcto, pero de nada servirá esa buena cartografía si no se entra en mayores y mejores detalles acerca de cómo recorrerlo. No diría yo que Rajoy perdió una oportunidad en un día histórico, pero sí que no cortó las orejas, limitándose, por su falta de ambición, a saludar desde el burladero.





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