En un legítimo intento de ensombrecer informativamente la cumbre popular del pasado fin de semana en Almería, el PSOE envió de visita a la consejera de Presidencia, Susana Díaz, con la importante misión de clausurar un encuentro de hip-hop, o algo así, en Vícar. Y así, entre bulevares psicalípticos y raperos troveros, la consejera aprovechó para dejarse entrevistar y lanzar a la sociedad almeriense un mensaje al que sólo le faltaba la música de Operación Triunfo: “Los almerienses ya ven que la Junta está a su lado.” (sic.) A tu lado me siento seguro, a tu lado no dudo, etcétera. Eso de que las administraciones estén al lado de los ciudadanos es tan hermoso, tan bonito y tan entrañable que hasta parece una idea confitada por los servicios de redacción de discursos del presidente Obama. Pero estamos en Almería y estamos hablando de la Junta de Andalucía. Por tanto, esa presunta proximidad no puede ser entendida como un factor de ayuda o tutela, sino como una pesada y frustrante carga. Y si no, que la consejera Díaz explique cómo se traduce la “cercanía” de la Junta con los almerienses en el proceso de remodelación y restauración del edificio de su Ayuntamiento, que tenía que estar terminado y entregado en 2005, por no hablar de lo cuidada que tiene Junta a la Alcazaba o lo escrupulosa que es a la hora de pagar sus compromisos. Y ya puestos ¿podría mencionar la consejera alguna obra, proyecto o convenio de la Junta en Almería que haya sido pagado y entregado a tiempo en los últimos años? Por eso digo que hay presencias tan adyacentes, tan inmediatas y tan allegadas que lo más prudente que puede hacer uno es… salir huyendo.
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