Los Manolos y Grey

La Junta de Andalucía, la misma administración que planea cerrar por las tardes la Alcazaba de Almería por falta de dinero, sostiene sin embargo una costosa red de institutos, agencias y chiringuitos que trabajan de forma paralela a la administración para ofrecer alojamiento laboral a un nutrido grupo de amigas y amigos del Partido Socialista. 

Este hecho, combatido argumentalmente con la presunta trascendencia de las misiones encomendadas a estos organismos, brilla en ocasiones como la luz de un faro en plena galerna cuando percibimos la importancia real de estas tareas. Por ejemplo, la coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) en Huelva, Rosario Ballester, acaba de revelar a Andalucía y al resto del mundo un descubrimiento prodigioso: que leer el popular libro “Cincuenta sombras de Grey” y llevar taconazos son síntomas propios de violencia machista. Doña Rosario podría haber hablado de los daños de la literatura-basura o de los juanetes, pero no; la responsable del IAM ha preferido lanzar un mensaje de redención feminista culpando a los Manolos y a los Yimichús. En fin, creo que cualquiera puede ver que revelaciones de semejante calibre no sólo justifican la bien remunerada existencia de este Instituto, sino que aconsejan incluso la búsqueda del prefijo de Estocolmo para ir avisando a la Academia Sueca de que la Huelva de Juan Ramón ya tiene sucesora para otro Premio Nobel. El caso es que parece difícil decidir qué resulta más estrambótico, si la carísima inutilidad de todos estos chiringuitos o que para justificar su progresista existencia se acabe recurriendo a argumentos propios del Irán de los Ayatolás.