En vísperas

Hace mucho tiempo que leí un chiste que me hizo recapacitar. El autor era Mingote. Este humorista gráfico dibujaba un par de mendigos sentados alrededor de una lumbre y debajo de un puente en pleno invierno. Uno de ellos, para animar al otro que ya estaba entrando en depresión, le decía: “No te cortes, Jenaro, ya verás como el domingo gana el  Real Madrid.” Nunca pensé que esta frase, de una crueldad refinada, sería con el tiempo mi propio mantra ante la escasa esperanza que ofrece la situación española. Mal están las cosas, no cabe duda. Ni siquiera poniéndonos en la tesitura falsa del gobierno y del partido que lo sostiene podemos sonreir demasiado ante las jeremíadas que proceden de Bruselas.  Seis millones de parados, 55% de jóvenes, negros nubarrones sobre el año que entra, corrupción al borde  de llenar la cloaca, ah, pero ahí están los derby Madrid-Barcelona. Sólo eso es capaz de encender los focos y hacer olvidar aunque sea por unas horas nuestra desgracia. Se cortará el tráfico, crepitarán de ruido las cafeterías y los bares, las televisiones echarán humo como en los días grandes. Es cierto que el fútbol casi nada resuelve porque el balón entrando o dejando de entrar tampoco arregla la situación económica, pero consuela el ánimo. Alguien se sentirá más alegre después de ver ganar a su equipo.  Y los que pierdan darán por bueno haber pasado un día sin acordarse  de la oficina de empleo. Decían antes que nos ofrecían futbol en todas las cadenas para olvidar los problemas del país, ahora que ni fútbol tenemos el programa refugio es “Sálvame”. Mire usted, prefiero salvarme con el fervor de los goles.