Esta semana la actividad política la ha concentrado el Senado. Y con las bajas de Mar Agüero por enfermedad y Rosario Soto por maternidad, la escuadra almeriense ha estado muy mermada.
No se pueden hacer idea lo que quiere aquí a Mar Agüero y la oleada de solidaridad que ha suscitado su estado de salud, que se sigue prácticamente a diario. Desde el mismo presidente del Senado, Pío García Escudero, hasta el último ujier de la Cámara Alta conocen a Mar y le desean toda la suerte del mundo, aquí no hay colores ni ideologías. Su lucha es nuestra y lo dice alguien que ha padecido en su propia familia un combate parecido.
Está preocupado Jesús Caicedo, el diputado del PP (aquí no es alcalde de Cuevas) por la salud de Mar. Y me dice que no es un consuelo, pero en Tombuctú están peor: la guerra civil en Mali ha arrasado la biblioteca donde están depositados los manuscritos de Diego Guevara.
Y ya saben que Cuevas del Almanzora y Tombuctú están hermanadas gracias a este almeriense que se hacía llamar Yuder Pachá, biografiado por Antonio Llaguno, que también fue alcalde de Cuevas y al que le publicó su libro Manolo Pimentel en la editorial Almuzara.
Caicedo viajó a Mali y ahora no sabe si el alcalde con el que se hermanó está muerto. Y no sé si tuvimos la perspicacia de haber digitalizado los fondos de la biblioteca, para mayor gloria de Cuevas y de Almería.
Seguimos con el “caso Bárcenas”. Luis Rogelio Rodríguez Comendador ha estado esta semana en el Senado, pero a Bárcenas ni lo conocía, jamás estrechó su mano, cuando él llegó ya se había ido de la cámara. Su declaración de bienes, que es pública, como la de todos los senadores y diputados y está a un solo golpe de click, parecía la carta a los reyes magos. Pero la de un niño pobre. Apenas unas casuchas, una parcelilla, unos durillos en el banco, unas acciones que eran la ruina, un coche de segunda mano… De los 22 millones en Suiza, ni rastro.
Por eso es lógico lo que pide Rodríguez Comendador como abogado para no mancillar a toda la clase política, porque también tenemos memoria de lo que fue Filesa y la Fundación Ideas, con Amy Martin y Carlos Mulas como estrellas invitadas, Jesús Caldera al fondo y Carmen Caffarel ascendiéndola en el Instituto Cervantes. Dejo fuera a la hoy senadora Fuensanta Coves, que ha protagonizado el rechazo del PSOE al euro por receta.
Y a Pérez Navas, al que me ha presentado Mar Garay, la jefa de prensa del Grupo Socialista que vivió en Almería, porque tiene su hoja de ruta e ideas propias para intentar recuperar lo que las encuestas le niegan: ir delante de los ciudadanos, nunca más por detrás. ¿Le dejarán moverse en la foto? Si no lo hacen pronto, les sobrepasará hasta Pepillo el barbero desde La Chanca.
Luis Rogelio reclama un peritaje caligráfico oficial sobre la contabilidad B de Bárcenas, un estudio comparativo con la A para ver qué es cierto y cuanto se llevó el banquero del PP, y un estudio pormenorizado de los movimientos de la cuenta en Suiza. Como letrado, sugiere que el partido debe personarse como afectado. Lo dice quien ha sido ponente de la ley de tasas y de la de sociedades de capital.
La semana almeriense en Madrid no puede concluir sin un apunte deportivo: la U.D. Almería naufragó en Valdebebas. Y lo peor de todo es que se lo mereció. Entre los parlamentarios almerienses no hay dudas: o quedamos segundos o la lotería del play off nos puede condenar otro año en el infierno.
Bendito Iago Falqué, que brilló con luz propia el rato que estuvo en el Alfredo Di Estéfano, a donde acudí con dos amigos madridistas, hijos de un ex directivo de Luis de Carlos. Y allí, rodeado de vikingos, tuve que tragarme como los nuestros sólo hacían los deberes a falta de un cuarto de hora cuando iban perdiendo. Jonatan estaba que se salía por la banda izquierda, pero incomprensiblemente se le cambió a la derecha, a Soriano me lo quitan cuando era el único que daba miedo a los Morata, Jesé y compañía, y el grandísimo Corona parecía Urdangarín buscando a Nemo y sin un solo pase bueno.
Pero yo confío en este Almería de Javi Gracia, que con ese apellido está tocado por el dedo de Dios y puede ser nuestro nuevo Emery. Iago Falqué, con solo 23 años, ha pasado por el Barsa, la Juve, el Villarreal y el Tottenham, es rápido como una bala, certero en el pase y tiene hambre de balón. Ningún equipo le ha dado las oportunidades de jugar que tendrá en Almería y cuando se la dio el Villarreal brilló en 36 partidos y marcó 11 goles. El desquite, contra el Sabadell.
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