Durante algún tiempo Galasa fue la joya de la corona. La gran empresa de la diputación provincial. La niña de los ojos de los presidentes que por el palacio de la calle Navarro Rodrigo pasaron. Las cosas parece que han cambiado. Con las crisis se descubre lo que las alfombras tapan, y la de Galasa viene ocultando pérdidas importantes. Tanto, que la institución se había propuesto recortarlas. La deuda de Galasa puede estar muy cerca de los veinte millones de euros y las pérdidas llegan a los dos anuales. La cuestión es que esos millones los pierden los ciudadanos -nosotros- y no deberíamos permitirlo. Gabriel Amat, en ese intento de ahorrar dinero público, tenía previsto un ERE entre el personal de la empresa. La respuesta de Comisiones fue convocar una huelga. Cuando de dinero público se trata los sindicatos siempre están a la carga. No les he oído protestar cuando le han montado un ERE al personal que trabaja en el propio sindicato. No han tenido que apretar mucho las tuercas los sindicalistas y los políticos ya se les han rajado. Ya no hay ERE. El sindicato desconvoca la huelga. Muy poco les importa el dinero público a estos políticos, están más preocupados por el daño que unas protestas sindicales pueda hacer a sus imágenes públicas. Galasa seguirá ampliando una deuda de más de veinte millones y perdiendo dos millones de euros al año que pagaremos los ciudadanos, como siempre que aparece un político. A los sindicatos tampoco les interesa si el agua llega a los grifos de los vecinos. Va a ser verdad la tesis jacobina de que el reparto del poder lo hace más débil y más corrupto.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/38680/la-joya-de-la-corona