Mientras que millón y medio de andaluces viven a diario la dura incertidumbre del desempleo y mientras miles de pequeños empresarios, autónomos y padres de familia de nuestra comunidad miran con preocupación e incertidumbre el futuro, nuestros gobernantes en la Junta de Andalucía se dedican a remover el pasado y a agitar la calle desde el sectarismo más descarado. Faltando una vez más a cualquier consideración de tipo institucional, y después de haber sometido a los andaluces al bochorno de ver cómo su Parlamento se sumaba a una huelga radical, los agotadores profesionales del bipartito PSOE-IU han empezado a calentar motores para convertir el 28-F, la fiesta de todos los andaluces, en un festival de pancartas sectarias y partidarias. Convertir la labor del gobierno en una labor de agitación institucional es un error de grandes dimensiones que refuerza, aún más si cabe, el sentimiento de desafección y distanciamiento de muchos ciudadanos por la política, puesto que se pone de manifiesto una vez más que algunos partidos y sindicatos carecen de límites o filtros a la hora de actuar políticamente, cayendo por desgracia en el “todo vale” y el “da igual todo”. Por lo tanto, Griñán y Valderas han decidido sacrificar el sentido institucional y representativo de esa fiesta para el conjunto de todos los andaluces y han apostado por hacer del Día de Andalucía un aquelarre de confrontación contra el Gobierno de España y contra el Partido Popular. Los socialistas y comunistas son bastante previsibles a la hora de tirar del manual de agitación y por eso vuelven a intentar identificar a partido y gobierno, acaso porque están acostumbrados a una larga trayectoria de patrimonialización del poder en beneficio de una casta de amigos, familiares y compañeros. Tan claro tiene el bipartito que el 28-F debe ser un día para la confrontación y el enfrentamiento, que hasta ha cambiado los horarios de los actos institucionales para dar cabida a la manifestación de la vergüenza en contra el Gobierno de España. Ya lo hicieron el día de la última huelga general, cambiando la agenda del Parlamento Andaluz para que nuestra suprema institución figurase como afecta al paro, por lo tanto vuelven a repetir la jugada. Ya digo que son previsibles en todos sus movimientos. Por eso desde el Partido Popular exigimos al irresponsable presidente Griñán y a su colaborador Valderas que actúen con criterio institucional y como representantes de todos los andaluces y que, en lugar de manipular los símbolos en los que nos reconocemos todos los andaluces, actúen como hombres de Estado y no como simples pancarteros.
Y es que para socialistas y comunistas la agitación callejera no sólo les resulta mucho más fácil y cómoda, sino que también les sirve para tapar el alcance de su incapacidad a la hora de gestionar la crisis y comportarse decentemente. El Gobierno radical no ha dicho aún ni media palabra sobre el cumplimiento del objetivo del déficit de un 1,5% del PIB andaluz para 2012 y ya se ha instalado en la estrategia victimista de culpar de todos sus males al Gobierno de España. Los ERE falsos son la punta del iceberg de una manera de proceder basada en el uso del dinero público para fines sectarios, en la ausencia de controles y en la huida sistemática del derecho: de todo ello el responsable es Griñán y el cómplice, Valderas. Los andaluces no merecen un gobierno marcado por la corrupción institucionalizada, sino un equipo de políticos comprometidos y capaces que sea capaz de gestionar y afrontar con solvencia las políticas eficaces que permitan luchar contra el paro: justo lo que no tienen ni PSOE ni IU.
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