Habrá quien, en la pendiente loca en la que nos estamos metiendo, hasta me llame machista por decir lo que voy a decir. Ya nada importa, empero, sino la verdad de cada cual, y sálvese quien pueda, si es que hay alguien ya que puede salvarse. Así que ahí va: Carme Chacón, personaje sin duda atractivo, no es, no puede ser, quien suceda a Alfredo Pérez Rubalcaba al frente de un partido histórico como el PSOE, que aglutina millones de votos y cientos de miles de militantes, centenares de sedes y trillones de esperanzas, muchas de ellas, por cierto, frustradas.
Debo decirlo y lo digo: la señora Chacón, llena de ambiciones como está, no llena el personaje que ha querido fabricarse, que han querido algunos que conocemos bien fabricarla. Renunciar a votar contra los postulados erróneos del PSC, los socialistas catalanes, que cayeron en la trampa de decantarse por el referéndum secesionista e ilegal, fue lo peor que la ex ministra, candidata a quedarse con todo en el mundillo socialista, pudo haber hecho.
Dijo que no quería participar en la ceremonia de la ruptura de Cataluña “con España” (sic) y fue, no obstante, la protagonista de una jornada parlamentariamente bufa y políticamente lamentable, renunciando a oponerse a la resolución de Convergencia i Unió apoyando el referéndum. Una jornada en la que los nacionalistas catalanes, que en su grupo parlamentario no cuentan con un solo independentista, plantearon, sin embargo, y por orden de Artur Mas, el tema de la consulta por la independencia precisamente para romper la cohesión de los socialistas y llevar a su terreno al PSC del novato Pere Navarro.
Lo siento, Carme Chacón, pero usted no puede ser el relevo de un Pérez Rubalcaba cansado, lleno de moratones y de pasado, pero con ideas y amagos de solución.
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