Borradores

Sé que no es la primera vez que hablo de esto, pero cada vez que los sostenedores de la pintoresca ocurrencia de borrar los testimonios físicos del franquismo salen a dar el tostón con sus manías y psicodramas me apetece recordar que esta idea, además de costosa y perfectamente inútil, no es nueva. Miren ustedes; si con quitar escudos e inscripciones pudiera borrarse de la historia de España a todos los dictadores, asesinos, golfos e incompetentes que nos han gobernado, yo participaría gustoso en esa operación Mister Proper hasta con mis uñas. Pero a la historia no la modifican ni las bayetas ni las piquetas. Así que son ganas de gastar dinero tontamente. Es muy posible que después de estos treinta años de progresión hacia el analfabetismo haya gente que piense que esta iniciativa es una valiente novedad legislativa, pero lo cierto es que estas tonterías ya las ponían en práctica los emperadores romanos cuando decretaban la “damnatio memoriae” o “condena de la memoria” de un predecesor considerado indeseable por cualquier motivo. La medida pasaba por la eliminación física de cualquier vestigio (estatua, busto, retrato o inscripción) dedicado al cargo público cuya memoria se consideraba oficialmente proscrita. En algunos casos incluso se llegaba a la “abolitio nominis”, o prohibición de usar el mismo nombre que el condenado. ¿Han cambiado en algo estas medidas la historia de Roma? Bueno, pues si todavía hay alguien que piense que por quitar yugos y flechas vamos a borrar de nuestra memoria, de nuestra vida y de nuestra historia al franquismo, es que estamos alcanzando unos niveles de idiotez cercanos a la perfección absoluta. Pero en el fondo esto no es más que otra vuelta de tuerca en esa perversa estrategia de crear elementos de confrontación y división del tipo “si no estás a favor es que eres un franquista” y paridas similares. En fin, que estoy deseando que alguno de estos ideólogos se pronuncie urgentemente sobre qué debería hacerse con la momia de Lenin, que es un asunto que también me tiene preocupadísimo.