Mantener la tensión

Mantener la tensión

Antonio Felipe Rubio
23:07 • 06 mar. 2013

Una de las exitosas estrategias del PSOE se fundamenta en la conveniencia de mantener la tensión. Y aquí hay que recordar la conversación, tras la entrevista de Iñaki Gabilondo a Zapatero (Cuatro, 2008), cuando el periodista le sugería: “Nos conviene mantener la tensión”.


La estrategia general despliega múltiples tácticas que se acoplan, tanto al factor oportunidad, como al refinado diseño. Así, se ha utilizado el 11-M, el 15-M, Memoria Histórica, extensión de derechos, activación independentista… hasta llegar a la reinvención del propio sistema con la implementación de adminículos democráticos con pretensiones asamblearias; en definitiva, una especie de nuevo “movimiento nacional” que enerve a la población en torno a un enemigo común en el que se acrisola la corrupción, la crisis y todos los males posibles. 


Las instituciones, gobernadas por la mayoría resultante del proceso democrático representativo, tienen la potestad, la responsabilidad y los medios para estudiar el estado de necesidades y carencias de sus administrados, anticipar medidas y remediar efectos. ¿De qué vale tanto diputado, senador, parlamentario… si los problemas los vamos a resolver con un pacto, una mesa y una plataforma? Pero lo más delirante es que son estos mismos representantes los que asisten a estas mesas, homologando con su presencia su propia inutilidad al frente de las instituciones del Gobierno. 




La verdadera Mesa de las Infraestructuras deberían ser los medios de comunicación social, con absoluta independencia, siendo notarios de la verdad, portavoces de las inquietudes de todas las sensibilidades sociales y persistentes en la reivindicación.


Ahora estamos en tiempo de pactos: pactos por el empleo, pactos por la economía, pactos sociales, pactos sectoriales, pactos sistémicos… pareciese que la democracia representativa hubiese abdicado de su representatividad reclamando un movimiento asambleario universal reactivando foros, plataformas y mesas que suplanten, reemplacen y desalojen a los actuales gobernantes por una marea donde todos se reúnen, todos discuten y todos deciden.




La propuesta del secretario provincial del PSOE, Sánchez Teruel, ha encontrado eco y apoyo allá donde era previsible por afinidad y sectarismo debido. Por tanto, que UGT, CCOO y, con algunas condiciones IUCA, se alíen en pos de la marea pactista se adecúa al diseño de la estrategia programada y, cómo no, también era previsible la disposición de la Cámara de Comercio como colaboracionista necesario y agradecido a sus mentores políticos.


Ahora se abre un abanico de propuestas y reproches en una dinámica metafísica tan inútil como lo han sido intentos precedentes.




Sinceramente, le reconozco al PSOE una experimentada cualidad en esto de los pactos. El problema es que alguno de estos pactos ha venido trufado de soborno y embeleco. Sin ir más lejos, el PSOE intentó pactar en Antequera la alcaldía de Almería cuando a Nono Amate le faltaba el apoyo de GIAL para hacerse con el poder municipal. El PSOE propuso “desbloquear los temas que estaban bloqueados” si Megino le daba el apoyo a los socialistas y así desbloquearían El Corte Inglés en La Salle, varios problemas urbanísticos y algunos asuntillos judiciales molestos que desaparecerían, sin más. Y, como el pacto no resultó del agrado del PSOE, pues ahí sigue bloqueado El Corte Inglés y todo lo demás; incluida la frustración del empresario promotor de la reunión que se quedó sin su ambicioso proyecto de urbanización del soterramiento, tal que era la promesa de Martín Soler y Luís Pizarro; por supuesto, con el visto bueno del presidente de la Junta.


Con estas experiencias, es razonable que el PP no quiera entrar en el juego de presuntos pactos que presumen el chantaje como argumento de fondo. No hay mejor pacto que el que se presenta con honestidad y prevalencia de interés común. Pero, mucho me temo, si el PP se ve reducido a la soledad que le propician, accederá a cualquier propuesta-trampa por su innata condición de víctima de sus propios complejos. 


Sea como sea y salga lo que salga; en todo caso, se mantendrá la tensión.



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