El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) –que, para quien no lo recuerde, es el instrumento creado por el Gobierno para gestionar el proceso de saneamiento del sistema financiero español- acaba de inyectar en Banco Mare Nostrum (BMN) los 730 millones de euros aprobados por Bruselas para limpiar su balance. La aportación no es gratuita: a partir de ahora, el Frob toma el 75 por ciento de la entidad, producto de la fusión de las cajas Sa Nostra, Cajamurcia y Caja Granada. Antonio Jara, minutos antes de su presumible cese, ha presentado su renuncia al cargo de vicepresidente segundo de BMN y ha pedido su reingreso en la Universidad de Granada, de donde, en mi opinión, nunca debió haber salido.
Algún día la sociedad andaluza tendrá que pedir cuentas a dos personajes que han sido nefastos para los intereses financieros de la comunidad. Me refiero a Antonio Pulido, presidente de Cajasol, y a Antonio Jara, presidente de Caja Granada. Pulido y Jara fueron elegidos, por acuerdo de PP y PSOE, con el encargo de conducir a ambas entidades hacia el proyecto de creación de una potente caja única andaluza. Para ello contaban con la buena disposición de la más solvente caja andaluza, Unicaja, y del deseo de la casi totalidad de las fuerzas políticas regionales.
Con nocturnidad y alevosía, y de forma irresponsable, Pulido y Jara rompieron el proceso de negociación, aún incipiente, y se embarcaron, cada uno por su lado, en otros proyectos de fusión de incierto futuro. Tan incierto que, dos años después, Cajasol ha terminado diluida en La Caixa, vía un engendro llamado Banca Cívica, y Caja Granada ha terminado nacionalizada, vía ese otro engendro llamado Banco Mare Nostrum. Dice, de Jara, el diputado socialista por Granada Martínez Olmos que es “un ejemplo a seguir”. Joder. Y que su gestión “habrá tiempo de juzgarla”. No se necesita tanto tiempo. A mí, de un minuto, me sobran 59 segundos: lamentable.
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