El sistema democrático prevé el contrapeso de la oposición como fiscalización de la labor del gobierno. Este modelo, junto a los medios de comunicación, permite el control y la crítica de la gestión del mandatario evitando el ejercicio continuado de excesos, aireando corruptelas, evidenciando errores, afeando conductas y, consecuentemente, provocando en los gobernantes la necesidad de depurar y rectificar para evitar la merma de credibilidad y apoyo ciudadano que, en definitiva, es lo que les lleva al poder.
El ejercicio de oposición, aplicado con acierto y genialidad, es la antesala de la alternativa si consigue mantener una visible solvencia intelectual. Sin embargo, la oposición “a saco” es la delación de su propia incompetencia.
Recientemente, la concejal del PSOE, Clara Inés Rodriguez, ha protagonizado unas delirantes declaraciones criticando los excesos del alcalde para intentar desactivar los datos de la liquidación del Presupuesto de 2012.
En resumen, la cuestión es que el Ayuntamiento arroja superávit y, sea como sea, hay que encontrar argumentos e interpretaciones que tuerzan una resultante beneficiosa para la economía municipal. Por otro lado, la oposición hace bien en estudiar, analizar y escrutar en profundidad el proceso por el que se arroja superávit; pero el análisis no puede estar presidido por la rabieta sectaria y la superposición de argumentos alucinógenos. También hay que recordar que estos resultados económicos no son valoraciones políticas; la liquidación del Presupuesto emana de Intervención y se atiene a protocolos profesionales establecidos en la administración pública.
Las declaraciones de la concejal, presentadas por escrito, son las siguientes: “Pero lo más sangrante es que el Ayuntamiento siga gastando dinero de todos en poner luces por el centro durante los días de Navidad y Feria: 280.000 euros durante 2012, luces que hoy por hoy ofenden a la vista de quienes no tienen dinero que llevar a su casa en fechas tan señaladas”.
Dicho lo cual, y hasta no garantizar la riqueza igualitaria, hay que decretar 365 días de luto oficial, ondear a media asta la bandera de Almería y abstenerse de insultantes expresiones de alegría y euforia consumista.
Parece ser que la Feria de Almería es la única del orbe que se entrega a la “singularidad” del alumbrado extraordinario y, como es bien conocido, en ningún lugar del planeta se celebra la Navidad con adornos luminosos, árboles enjaezados y música alusiva al “fun fun”. ¡Ay, si Zapatero bajara la cabeza de las nubes! ¡Tristes; sois unos tristes! “Hay que ver la vida en colores ¡coño! (Bermejo)… pues eso.
Sin entrar en las lecturas que tendrá este mensaje para los comerciantes y la industria del espectáculo y fiestas patronales, entiendo que el comunicado socialista se adentra en la intrincada singladura de alcanzar la categoría por la anécdota. Este comunicado no parece ser singular y unipersonal. Se supone que el Grupo socialista habrá excretado esta ocurrencia con la aprobación del portavoz, coordinador u órganos previos al lanzamiento de semejante dislate. Por tanto, este es el proceder y la estrategia de la oposición: un disparate que supera el absurdo supino y una contradicción con los mensajes previos del PSOE que critican la austeridad espartana del PP sin más aditamentos para la generación de riqueza, consumo y puestos de trabajo.
Si al Gobierno se le exige transparencia y examen de sus acciones, igualmente desde la oposición se espera un mínimo de rigor y sensatez en las críticas. La oposición no está para defender su posición desde el ataque “a saco” y con desenfrenada demagogia. El desprestigio del contrario no se consigue desde el populismo ventajista. Sólo las propuestas sensatas y brillantes posibilitan una alternativa razonable, y esto está por ver.
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