Segunda Transición, pero ¿hacia dónde?

Segunda Transición, pero ¿hacia dónde?

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01:00 • 14 abr. 2013

El ex presidente Felipe González al que, de seguir las cosas así, le acabaremos pidiendo que se ocupe de arreglar España aunque sea solo por las tardes, ha sentenciado que lo que mejor le conviene a España es “una segunda transición”. Es una idea interesante, pero ¿transición hacia dónde?. Reitera Felipe que, a pesar de todo, “es mas grave la crisis institucional que padecemos que la económica”. Emiliano Garcia Page, alcalde de Toledo y líder socialista castellano-manchego ve el peligro institucional en “tres bombas de racimo”: la del PP con lo de Bárcenas que, a su juicio, no ha hecho más que empezar y reserva metralla para todos; la de la Monarquía con una crisis que Urdangarín ha acelerado, y la de Cataluña que difícilmente encajará en el Estado español porque ya se ha ido demasiado lejos. Se olvidó de añadir que el desconcierto del PSOE puede constituir otra bomba. Quizás no de racimo, pero da la sensación de que sus dirigentes van todos con granadas de mano, con proyectos personales. Garcia Page cree que la mejor salida del PSOE es convocar primarias cuanto antes y no esperar al ultimo momento, como pretende Rubalcaba. Parece que Patxi López es más proclive a postularse como candidato pero los socialistas andaluces, que junto con los valencianos casi dominan la mitad de los delegados a cualquier congreso, se ríen de las propuestas de organizaciones con poco peso demográfico, sean vascos, asturianos o aragoneses.


La necesidad de emprender el camino de la segunda transición quizás la determine inexorablemente el resultado de las elecciones europeas de junio del 14. Si las encuestas no yerran, a día de hoy, la suma de los votos del PP y del PSOE en aquellos comicios, no superaría el 50 por ciento. El bipartidismo, la clave de bóveda del sistema sobre el que se edificó la convivencia en los últimos 35 años, se derrumbaría. Esto podría ser más ingobernable que Italia donde la tercera fuerza parlamentaria, léase Berlusconi, vuelve a mandar, ahora desde la sombra. 


Para hacerse una idea de lo que puede ser esto bastan dos testimonios: un taxista que compartimos casualmente con Baltasar Garzón, por proximidad de domicilios, afirma que el juez le confesó el otro día que no descarta volver a la política. Ahí hay dos datos: las intenciones de Garzón y la noticia de que un hombre tan amenazado como el juez, por haber metido en la cárcel a etarras y narcotraficantes, va por ahí solo y en taxi porque le retiraron la escolta. Lo confirma Assange, el creador de Wikileaks, en una entrevista: “Garzón y yo estamos convencidos de que nuestra salida es convertirnos en candidatos”. Aquí por tanto puede pasar de todo. Y la fragmentación parlamentaria puede ser máxima.




Ese peligro cada vez más real no mueve a populares y socialistas a aceptar una reforma en serio de la estructura política porque quizás prefieran gobernar desde la miseria antes que posibilitar que gobiernen otros desde una posición más confortable. De momento la única voz seria que pide una segunda transición es González aclarando que eso supone una reforma de la Constitución y poniendo como condición que se haga con el consenso necesario. Es de prever que la idea se irá abriendo paso por la necesidad de encontrar salidas a la desconcertante situación actual. La incógnita es saber hacia donde queremos que nos conduzca esa transición. A mitad de los setenta sabíamos que queríamos pasar de la dictadura a la democracia. Hoy queremos pasar de la democracia a una democracia menos viciada y con instituciones más eficientes. Ahí el catálogo de fórmulas es nutrido. Se abre el turno de palabras políticas.






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