¡Aúpa, jóvenes!

Queremos el mundo y lo queremos ahora, así cantaba Jim Morrison. Hoy en España la letra es muy distinta. A los jóvenes la prisa por tomar el protagonismo de su generación y de su edad  se ha convertido en una larga y no limitada paciencia. Paciencia, chavales, hay que hacer muchas reformas. Eso de tomar las riendas del mundo, está bien para Alemania. A nosotros nos cumplen las reformas de los pueblos del Sur. Hasta aquí, doctrina de Rajoy. Muchos de esos jóvenes desnortados ya doblan el cabo de buena esperanza de los 35 ó 40 años y todavía no saben si encontrarán empleo, si podrán casarse, si  llegarán a independizarse, si serán, en suma, alguien en esta sociedad de viejos que se ha ido a vivir al pasado. La mayoría de ellos estudiaron carreras al hilo con la transformación de la  moderna sociedad, pero cuando veían alborear ya el mundo nuevo, se quedaron sin suelo estable. Un gobierno de derechas pone recortes a la investigación, a la dependencia enferma, a la sanidad y la educación, a la cultura. Todo su afán es facilitarle las cuentas al empresario para ver si se anima a crear empleo. España es ya un páramo inhabitable para los jóvenes que buscan su primer empleo, por eso miran más allá de sus fronteras. Esperanza Aguirre dirá que se van porque quieren divertirse en el exterior, pero yo no creo que irse a fregar platos o a cuidar niños con el tormento del idioma y la soledad familiar sea una diversión. En este momento la esperanza anda dividida. El gobierno promete salir de la crisis contra la opinión de todos los demás. Olvídense de los mazazos en contra que están dando Bruselas, el BCE y el Banco Mundial. Pongamos que tiene razón la Cospedal por una vez. ¿Cuántos años necesitará este gobierno para conseguir una sociedad de pleno empleo partiendo de que puede despedirse a placer ? ¿Cuándo se compadecerá el capital  de nosotros? ¡Aúpa, jóvenes, sin esperanza! Al exilio llaman ahora “movilidad exterior”.