Me gusta volver sobre viejas lecturas. Uno de los libros que siempre dejaron en mí ternura y humor es el “Don Camilo”, de Giovanni Guareschí. Atención al primer capítulo que no en vano se titula “Las lámparas y luz”. Dice así: “Don Camilo levantó la vista al Cristo del altar mayor y dijo ‘Jesús, en el mundo hay demasiadas cosas que andan mal’ – “No lo creo -respondió el Cristo- en el mundo solo los hombres andan mal. Todo lo demás marcha perfectamente”. Más adelante don Camilo se pregunta: “Si yo empiezo a contar uno dos, tres, cuatro, seis, siete y sigo contando durante un millón de años, ¿llego a alguna parte?”. El Cristo le recuerda que hacer eso es como trazar un círculo, andar alrededor e interrogarse a sí mismo cuándo llegará al final. Hay días que el gobierno del PP recuerda estas dubitaciones de la ciudadanía atada a la noria de los números. Oh prima de riesgo, te mueves más que el pájaro de la veleta. Por la mañana un ejército de observadores de bolsa analiza tus oscilaciones. Si bajas un punto, el Gobierno se infla de satisfacción. Si a otro día subes, obligas a los consejeros de Economía a dar una respuesta edulcorada. Así llevamos diez y ocho meses de sobresaltos. Tenemos demasiadas lámparas y muy poca luz. No perdieron mucho tiempo en explicar los orígenes de la crisis; les bastó con vaciar todo el camión basura financiera sobre Zapatero; ganaron las elecciones, incumplieron su programa, y ahora a mirar los números pero no a las familias. Pero por encima o por debajo de esos guarismos abstractos cuántos dramas humanos. Imaginen a un viejo dependiente que no tiene para pagarse el traslado al hospital de la Seguridad Social. O mejor, real como la vida misma: ¿qué pensará sobre el ibex 35 o la prima de riesgo ese muchacho a quien la ortopedia le ha retirado la prótesis por no poder abonarla? Políticos, menos mirar los números; más atención a la gente.
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