La lucha del hombre contra los animales dañinos cuenta con profusa literatura y abundantes leyendas. Ahora que los cultivos despiertan al milagro cíclico de la primavera, comienzan a verse con harta frecuencia los animales y roedores que habitan en el campo, en tanto que la fauna avícola refuerza su presencia en monumentos y campanarios, en los que algunas especies, como las palomas, causan un irreparable daño con sus excrementos contra los que pelean titánicamente responsables y guardianes del patrimonio histórico artístico.
La pasada semana se ha celebrado en mi pueblo la festividad de San Gregorio Ostiense, patrón de la villa, santo benedictino, cardenal y obispo de Ostia, y patrono contra numerosas plagas que perjudican la agricultura: orugas, langostas, pulgones, ratones…Comparte el santo dos basílicas: una alzada en el pueblo navarro de Sorlada y la almeriense de Oria, en donde sus reliquias presiden el altar mayor. En el templo navarro se guardan sus huesos dentro de una cabeza de plata horadada en su parte alta y en su parte baja.
En determinadas fechas, y en presencia de gran cantidad de público, se introduce agua por el orificio superior, la cual, después de estar en contacto con los sagrados huesos, vierte por el otro orificio a una vasija, donde se recoge para repartirla entre los numerosos campesinos que la solicitan para asperjar con ella sus cultivos y librarlos así de roedores y otros animales dañinos. En el siglo XVIII para practicar tal rito en los campos de diversas comarcas españolas, dicho relicario, con los huesos en su interior, efectuó en carroza regia un largo recorrido por Aragón, Valencia, Murcia, Extremadura y La Mancha , hasta que llegó a nuestra tierra. En este peregrinaje hubo de todo, si bien en la mayoría de los campos desparecieron las acosadoras plagas que habían ocasionado tanta ruina y quedó acuñada la popular frase, que se aplica mucho a quien gusta variar sus lugares de trabajo o de recreo, o de quien es aficionado a largas caminatas, caso de mi primo Ramón: “Eres más andariego que la cabeza de San Gregorio”.
Tres santos más y dos santas, junto a un mito literario como el flautista de Hamelin, ostentan la licencia de ser abogados contra roedores. Junto a estos recursos sobrenaturales para el exterminio de estas plagas se suman otros medios más mundanos, como la desratización. Sin embargo, el remedio a los problemas causados por estorninos y palomas es más complicado. De ahí que, me cuentan, un ocurrente edil ha propuesto un medio barato y eficiente a la proliferación de estas aves en tejados y monumentos: Se regalan escopetas de perdigones a los vecinos más próximos y que se ejerciten en el noble arte del “tiro a la paloma”, pero esta solución puede enojar a los patronos contra las plagas, pues no están los tiempos como para que los santos también se queden sin empleo.
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