Se quejan el Gobierno y sus partidarios, y aprovechan la queja para denunciar una supuesta conspiración, de que sólo se escrachea a los políticos del PP. Semejante argumento no es que no se sostenga, sino que parece urdido con el exclusivo fin de insultar a la inteligencia: gobierna el PP. ¿Para qué querría la gente escrachearme a mí, o a usted, amigo lector, a la puerta de nuestras casas? Prácticamente todo el poder, el político y el económico, está en manos del partido de Rajoy, y es contra ese poder que se ejerce contra el bienestar, la seguridad jurídica y los derechos de las personas, contra el que éstas manifiestan como pueden su repulsa. Pero hay más: a Zapatero ya le escrachearon lo suyo hace dos años, precipitando y ahondando su caída, cuando nació el movimiento 15-M. Ahora, en éste su segundo aniversario, el 15-M, más organizado y resuelto, planteó el domingo un escrache al Sistema, y es completamente natural que el tal se destine al partido que no sólo lo dirige, sino que dirigiéndolo como lo hace, lo convierte en inhabitable para la mayoría, incluyendo en ésta a muchos de sus votantes del 2011.
Y es que, según se va viendo, el Sistema, siendo el mismo en sus taras y en sus perversiones ya lo gobierne el PSOE o el PP, muestra su faz más fosca y espantable cuando lo gobierna este último, cual está ocurriendo en estos momentos en que un país afligido por la bancarrota necesitaría todo lo contrario, algo amable, elástico, empático, bondadoso, recto y moral que le hiciera menos empinado su calvario. Esa suerte de sadismo que parece impregnar tantas decisiones gubernamentales, no ayuda a apuntalar ese Sistema que se derrumba. O quizá no sea sadismo, sino incompetencia y sectarismo machihembrados en una acción política que, en puridad, sólo puede causar daño a los españoles. Por eso, el escrache al Sistema es hoy el escrache al PP.
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