En la esquinita

En la esquinita

Jose Fernández
21:51 • 16 may. 2013

En la esquinita te espero. La frase que en su día sirvió para dar nombre a una de las bodegas con más solera y madre del vinagrerío almeriense es la que, a mi juicio, mejor explica el peculiar modo de ser y estar de nuestra tierra. Valdanizando la idea, podríamos llamarlo el Síndrome del Córner. Los caprichos geográficos y genéticos nos han alumbrado en un soleado rincón de la península con poca agua y malos accesos, por mucho que los más nacarados poetas hayan glosado imaginarios vergeles de mieles y esencias. Qué le vamos a hacer. Nos podrían haber nacido en unas comarcas más umbrías y feraces, pero nos han parido a la ribera de ríos mortecinos y esplendorosas ensenadas. Y tan contentos. Almería lleva en el mismo sitio desde que las ardillas cruzaban Hispania a brincos y los marineros de Pechina asumieron que la vela funcionaba mejor que la pezuña para entrar y salir de casa. Y como las infraestructuras vienen del centro a la periferia, lo último en atender es siempre lo más alejado. Por lo tanto, cualquier carencia, disminución o descuadre acabará afectando antes al que está al final de la línea. Digo esto por la animada verbena declarativa de responsabilidades políticas cruzadas por la aparente no inclusión de Almería en una red de transporte ferroviario europeo. Otra más. Que si vosotros, que si nosotros, etcétera. Ya sé que eso de buscar culpables es muy divertido y balsámico, pero la verdad es que a día de hoy seguimos, para muchas cosas, igual que cuando los vinagres de antaño levantaban en las tabernas, chato a chato, el puente de las dolencias que comunica la resignación con el fatalismo marca de la casa.







Temas relacionados

para ti

en destaque