Fernando Martínez, secretario de la Agrupación Municipal socialista, acaba de estrenarse en el cargo con una fantasmada al asegurar que él fue “pionero en la reivindicación del corredor del Mediterráneo” terciando así en la renovada polémica de la financiación europea para la Red Ferroviaria Transeuropea. Ciertamente, Martínez, en su época de alcalde (1991-1995), tuvo un absceso de mediterraneidad al intentar eliminar de la Feria de Almería el patronazgo de la Virgen del Mar, dejando la cosa en concepto geográfico exento de vestigios religiosos y advocaciones marianas, pasando a llamar “Feria del Mediterráneo” a la tradicional Feria y Fiestas de Almería en honor de la Santísima Virgen del Mar. Sin duda, el atrevimiento quedó en ridículo, y mantenemos la Feria de la Virgen del Mar como la sensatez abunda en mantener San Isidro, San Fermín… y así, hasta St. Patrick´s en el occidente cervecero.
Fernando Martínez se refería al “corredor mediterráneo” de las autovías que, por otro lado, también se le denominó “Arco del Mediterráneo”. Pero esto no tenía nada que ver con la ferroviaria reivindicación que, ahora, se arroga como “pionero”. En aquellos momentos a Fernando Martínez se le eran reconocidos momentos de exaltación entusiástica del ego; asunto que no parece disiparse con la edad y la experiencia. Y es que el natural del ególatra consiste en aprovechar el menor atisbo para concernirse con los acontecimientos que le adhieran gloria. Espero que se detenga en períodos históricos recientes y fisiológicamente coetáneos y no transcienda su protagonismo a la división de Pangea.
El citado “pionero” igualmente criticó la inacción del alcalde por no haber movido todo lo necesario para conseguir financiación europea para el corredor ferroviario. Y esta apelación se entiende desde la necesidad de dirigir sus críticas como nuevo responsable de la Ejecutiva Municipal socialista hacia su principal objetivo: el alcalde. Pero Martínez no puede obsesionarse con responsabilidades impropias; él sabe perfectamente que estos menesteres exceden de la responsabilidad política de un edil y que el marco europeo tiene agentes concretos de debate y decisión. Un parlamentario europeo no puede emitir un bando u ordenanza ni dar nombre a una calle de Almería; tal que un alcalde no puede debatir o reivindicar en el Parlamento europeo asuntos de ámbito continental. En cualquier caso, entidades de superior rango (Junta de Andalucía) no han movido una pestaña en este tema. Por cierto, si Martínez fue pionero en la reivindicación del corredor mediterráneo, el PSOE no le ha hecho ni puñetero caso; ahí están los resultados.
Resulta curioso que Luis Rogelio haya sido criticado por el grupo municipal que ahora dirige Martínez en el asunto de las Slow Cities. Recuerden las admoniciones de la bancada socialista afeándole al alcalde su presencia en Bruselas con motivo de su ponencia conducente a la aportación de ayudas para el impulso del casco histórico. Y hay que recordar que el alcalde fue invitado para tal fin junto a otras ciudades como Evora y Bayona, entre otras. Pues eso, que cuando te invitan y vas, te critican; y cuando no tienes atribuciones para intervenir te echan las culpas de las incompetencias ajenas.
Esta política aldeana del reproche y la fantasmada no conduce a la solución de los problemas. No existe un enfoque nítido ni proyecto consolidado. Los que ahora dicen ser pioneros en las reivindicaciones claudicaron en un diseño de autovías que dejaban a la capital al margen y decidieron el trazado por la comarca de los Vélez; y del tren, ni palabra.
No obstante, siempre nos quedará la Mesa de las Infraestructuras. Nunca será bien ponderada la agilidad de la parlamentaria comunista Rosalía Martín al urgir esta reunión en la cumbre del pasteleo provinciano como solución al pretendido cambio de rumbo en las decisiones del Parlamento Europeo.
Insisto. ¡Joder, qué tropa!
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