Dice nuestro Presidente del Gobierno que no piensa cambiar de política ni en un sentido ni en otro. Esto hace conjeturar que existe un tercer camino. Llamémosle, por decir algo, la hoja de ruta Rajoy, que se define por hacer lo que hay que hacer. Ante una posesión de la verdad tan concluyente se estrellan las dos huelgas generales de hace meses, las proposiciones de pacto nacional de los demás partidos, las alarmas de la patronal y de los sindicatos y, en definitiva, los gritos y zarabandas callejeras de no sé cuántas remanifestaciones diarias.
Esto se parece bastante a uno de esos atascos gigantescos de fin de semana donde nadie se puede mover porque no viene la policía de tráfico a darle salida al rodado berenjenal. Claro, los 6´2 millones de parados junto a las continuas exigencias de Bruselas han obligado a Rajoy a hacer la pantomima de un pacto nacional pero sin pacto. No estaba en su cabeza un gran acuerdo al modo como se lo está pidiendo media España, por eso se limitó a hacerse la foto en Moncloa con su ministra de empleo y con los líderes de la patronal, UGT y CC.OO.
¿Qué hemos adelantado con eso? No mucho, la verdad. Para el PP, España va bien, estamos saliendo de la crisis y al año que viene todas nuestras exasperaciones se habrán acabado. Por lo que hace a los demás partidos se les agradece su buena voluntad de colaborar pero las reformas ni tocarlas aunque el PP esté electoralmente en caída libre. Rajoy tan pronto se queja de que no recibe ayuda del PSOE como de que quiere hacer las reformas él solo. En realidad es muy difícil conocer el pensamiento de nuestro presidente con esa su tendencia a la escalera donde no sabemos si sube o baja y desde luego con el rechazo no infrecuente a las conferencias de prensa.
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