Inquieto por el éxito que está teniendo el Partido Popular en sus intentos de convertirse en la mejor y más activa oposición al propio Partido Popular, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha emprendido una activa gira mediática para recuperar espacios y ocupar portadas. Pero como el hombre anda con prisas porque la autodeglución popular le ha pillado con el paso cambiado, no ha tenido tiempo de ensamblar un argumentario sólido y lúcido y anda por los desayunos informativos dando titulares estupefacientes. El otro día en Sevilla, en la presentación de otro nuevo plan de reactivación económica junto a su querido enemigo Pepe Griñán, dejó para la posteridad una de esas frases que nos hacen añorar los tiempos en los que la falsa periodista Amy Martin redactaba la munición ideológica del PSOE. Por increíble que parezca, don Alfredo puso a Andalucía como ejemplo de que los pactos y los acuerdos son posibles. Para Rubalcaba, Andalucía es un lugar, “donde los acuerdos no son quimeras”. La frase es buena, pero es más falsa que una foto de unidad sindical en la UGT almeriense. ¿Qué acuerdos habla el señor Rubalcaba? Hace falta tener mucho cuajo para poner a Andalucía de ejemplo de gestión, cuando el paro alcanza al 37% de los andaluces, los niveles de fracaso escolar sonrojan, cuando hay licenciados en medicina que se contratan por horas, cuando la propia Junta admite que muchas familias pasan hambre y las familias de los cargos de la Junta se benefician de una red de ERE fraudulentos. Aquí, la única quimera es esa Andalucía inexistente e irreal que vive imparable y de lujo en el manual del estilo del PSOE.
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