El comité de expertos al que el gobierno encomendó un estudio sobre la sostenibilidad de las pensiones ya ha ultimado su dictamen. Ha acuñado dos conceptos. Uno, el FEI, el factor de equidad intergeneracional; otro, el FRA, el factor de revalorización anual. Como en todos los neologismos, los conceptos no es que no definan lo que pretenden describir, sino que quieren decir justo lo contrario. La equidad intergeneracional significa que las pensiones futuras menguarán conforme vaya aumentando la esperanza de vida. Y el factor de revalorización se establece para eliminar precisamente la revalorización automática actual. En conclusión, las pensiones futuras serán en general de menor cuantía y año a año irán perdiendo valor si no se actualizan con la subida del IPC. La verdad es que es difícil de comprender que para llegar a esta conclusión se haya necesitado una comisión de expertos, aunque nombrar una comisión siempre es una manera eficaz de apantallarse, derivar la responsabilidad de una decisión e incluso de aparecer benevolente si el recorte se suaviza finalmente, aunque siga siendo recorte. Nuestro sistema de pensiones es como es. Los jubilados de hoy no cobran los frutos de un ahorro pasado sino que reciben las aportaciones de los cotizantes actuales. Si éstos menguan y aquéllos se multiplican, las cuentas no salen. Para eso tampoco necesitamos comisiones. La clave está, pues, en aumentar el ejército de cotizantes rebajando las cifras del paro y en elevar su riqueza con mejores salarios y empleos de calidad. En eso es en lo que deberíamos estar trabajando, aunque a la vista de las conclusiones de los expertos, poca esperanza cabe albergar en esta materia.
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