Yesgüicán

¿Dónde están? ¿Dónde están, esos del yesgüicán? Ya sé que vivimos unos tiempos en los que el entusiasmo es pasajero y la admiración tiene más que ver con las modas y las tendencias que con el aprecio bien fundamentado. Sin embargo, creí detectar en el tumultuoso y repentino caudal de adscripciones a la fe obamista (estoy hablando, obvio es decirlo, del actual Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama) una sincera esperanza en el posibilismo de una regeneración ética, en medio de ese ambiente de optimismo universal que resumió en su día, y de modo bastante majadero, la inolvidable ministra Pajín al hablar de una “conjunción planetaria” entre el presidente norteamericano y su jefe Zapatero. Pero ahora todos esos fieles (muchos de ellos frecuentes en la escena opinativa almeriense) no parecen haberse enterado de que este señor, que tan simpático aparece en los reportajes de variedades ilustradas, es el mismo que ha mantenido y potenciado los despliegues militares estadounidenses, ha incumplido su compromiso de cerrar el brutal penal de Guantánamo, ha ejecutado extrajudicialmente a presuntos terroristas, acusa de alta traición a los que desvelan sus maniobras y ahora admite que espía los correos electrónicos y las comunicaciones telefónicas de todo el mundo, lo que nos incluye a usted y a mí. ¡No está mal para un Premio Nobel de la Paz! Y lo más gracioso es que si el responsable de todas estas políticas fuera su denostado predecesor, el ranchero George W. Bush, la Coral Vajillas del progresismo cambiaría su silencio reverencial por una permanente matraca contra tan intolerable recorte de derechos civiles. Yes we can.